C A P Í T U L O C I N C O

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Al día siguiente, Ivy se despertó antes de lo pensado. Al principio, estaba un poco perdida, ya que aún no se acostumbraba a la nueva vista.

El nuevo chupete estrenado la tarde anterior, se encontraba colgando de una cadenita enganchada a su enterizo.

Era un objeto extraño para ella, aunque quería entrar a ese mundo, nunca antes había tenido uno en su boca siendo conciente de eso. Pero comenzó a chupar y se sintió relajada.

Cómo si todos los problemas del mundo desapareciesen, con un pequeño objeto.

A través del monitor para bebés que Leandro había puesto en la pequeña mesita de luz que estaba al lado de la gran cuna, el gran hombre escuchó a su bebé. Estaba despierta y él, estaba emocionado por el primer día con su niña siendo bebé.

Estaba completamente seguro de que si alguien de afuera veía la situación, los tomaría por un par de locos. Pero él estaba feliz.

Toda su vida fue un borrón gris y oscuro, pero ahora veía colores. No podía creer que una pequeña personita hiciese tanto impacto en él.

Fue a buscarla y la encontró haciendo caras raras y cruzando los ojos para ver el chupete en su boca. Para él era tan tierno como una actitud inocente vivía en esa niña casi adulta.

-Buen día princesita, ¿Cómo amaneciste?- preguntó mientras la alzaba.

-Bien... Al principio estaba un poco perdida, me había olvidado de dónde estaba y me asusté. Pero dormí muy bien - concluyó alargando la u y con una sonrisa en el rostro. 
Leandro revisó su pañal y la cambió.

Parecía que habían hecho esa rutina muchas veces antes... Aunque no era así.

Y por más que no pareciese, a Ivy no le era tan fácil en algunos momentos. Pero no quería tener que irse, dejar de verlo o lastimarlo, así que hacía todo lo que estuviese a su alcance.

Eligieron juntos la ropa que usaría ella, que terminó siendo un jardinero color rosa con pequeñas flores bordadas y una camisa blanca debajo. Unos zapatos con luces en la suela, dos coletas y un par de broches, y estaba lista para comenzar su día.

Leandro la trataba con un cariño inmenso, la ayudó a lavarse los dientes como si fuese la primera vez que lo hacía y le preparó un desayuno, que luego él mismo le dió de comer.

La imagen del momento era adorable, el rostro de Ivy tan tierno, con un poco de comida pegada a el y Leandro llevando pequeñas cucharadas a la boca de la niña, jugando a que era un avión, un tren y un ovni.

Terminaron de desayunar y decidieron que era hora de jugar, por lo que fueron juntos y sacaron todo lo que habían comprado de sus empaques, pues estaba nuevo.

Muñecas por todas partes, con su gran casa de en sueños, peluches, play-dooh's, hasta una cocina de juguete había.

Ivy estaba completamente emocionada al ver tantos juguetes. Su infancia no había tenido nada de eso, pues los mounstros que la custodiaban, solo querían cobrar dinero por ella.

Leandro la veía de lejos, su pequeña y preciosa niña, había entrado en su little space, hablaba con los juguetes y les respondía, como si estos les contestaran. Soltaba carcajadas y tarareaba.

Se acercó a jugar con ella y se perdieron en el tiempo, tanto así que no se dieron cuenta de que dos horas ya habían pasado y era hora de almorzar.

El gran hombre suspiró y dijo:

-Pequeña princesa mía, ya es hora de levantar todo esto, debes ordenar y yo prepararé el almuerzo.- Se levantó esperando una respuesta afirmativa, pero Ivy que estaba en su "modo niña", soltó lo que tenía en las manos, se cruzó de brazos y gritó.

Volver a nacer (EN PAUSA)Where stories live. Discover now