C A P Í T U L O S E I S

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- Aquí están tus nuevas reglas.-
Leandro le pasó una hoja con un par de estrellitas rosadas, donde estaban las reglas puntualizadas y le pidió que las leyese en voz alta:

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Reglas

★ Debes llamarme Papi todo el tiempo, solo si te pido que me hables por mi nombre puedes hacerlo.

★ No puedes alzar la voz, Papi te escuchará siempre, pero no puedes gritar.

★ Debes tener tu habitación ordenada, cada cosa donde debe ir, y al terminar de jugar, tus juguetes regresan a su casita.

★ Debes ir a dormir a las ocho pm, a excepción de los fines de semana donde debes irte a dormir a más tardar a las 10 pm, o los días que Papi te dé permiso.

★ No puedes comer dulces sin permiso de Papi.

★ Eres de Papi y solo de él, nadie más puede tratarte como Papi.

★ Debes amar tu cuerpo porque es perfecto y precioso tal como está.

★ No debes ignorar a Papi.

★ Siempre debes comentarle a Papi cuando te sientas mal, triste, molesta, etcétera.

★ Recuerda que Papi siempre te va a proteger y amar, sin importar qué.

★ Papi no debe repetir las cosas más de tres veces.

★ No debes mentirle a Papi.

★ Si rompes alguna regla, debes decirle a Papi y aceptar tu castigo como niña buena.

★ Papi siempre se enterará de lo que haces, así que no le ocultas nada.

★ Debes hacer tus tareas antes de jugar.

Castigos

• Azotes. (Solo en casos extremos).
• Minutos en el rincón. (A evaluar según la regla rota).
• Tiempo sin juegos, televisión y cariños de Papi. 

Premios

• Salida al parque.
• Salida al cine.
• Tarde de juegos.

Hacer lo que la bebé quiera durante un par de horas.
• Dormirse un poco más tarde.
• Otros. (A evaluar según el estado de ánimo de cada uno y la buena actitud de la bebé).

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Al terminar de leer, Ivy estaba un poco abrumada, creía que no podría cumplir con todas las reglas.

Estaba a punto de comenzar a comentar sobre ello, pero entonces Leandro siguió hablando:

- Por cada día que te portes bien, te pondré una estrellita morada en el calendario- dijo mientras enseñaba las estrellas y un calendario especial, con tonos rosas y morados, estrellas, flores y corazones por todas partes. - Y si te portas mal, se pondrán estrellas rojas. Dependiendo de cuántas estrellas moradas o rojas se encuentren al final del mes, se decidirá tu premio o castigo mayor. También podemos ver los castigos luego. Y pondremos las reglas en tu habitación para que no las olvides. ¿Algo para decir? - finalizó.

Ivy se quedó congelada por un par de minutos, con la mirada baja. Solo estaba analizando todo, pero Leandro creyó que ella abandonaría todo y aunque no dijo nada, su pecho se sentía apretado, de pensar en que lo iba a dejar.

Seguía sin poder creer que ella fuese real, nadie en toda su vida lo había querido realmente ni el había sentido eso, hasta que ella llegó. Leandro rogaba en su interior, que nadie ni nada hiciese que ella se marchara, ni siquiera él.

Ivy respiró profundamente y respondió:

-N-no, estoy de acuerdo... Me parece bien...-  el corazón de Leandro reanudó su marcha y el hombre soltó el aire que no sabía que contenía.

Formó en su rostro una pequeña sonrisa y tomó a su niña en brazos, para comenzar a repartir miles de millones de besos por su rostro. Ivy carcajeó y abrazó a su papi por el cuello, como todo niño pequeño en busca de refugio.

No recordaba la última vez que se había sentido tan querida, tan amada como en estos últimos días.

Deseó que las cosas quedaran como estaban para siempre, pero nadie sabía lo que deparaba el destino.

★★★★

Pasaron la tarde jugando y riendo, se veían como una pareja que era infinitamente feliz. Ivy miraba a Leandro con mucho amor, igual que Leandro a Ivy.

Al anochecer, cuando llegó la hora de cenar, Ivy no quería comer la zanahoria pues estaba cocida y tenía un sabor demasiado dulce, que le daba ganas de vomitar. Estando en su little space, corrió su rostro cuando Leandro levantó una cucharada de zanahorias en trocitos.

Leandro dijo que debía seguir comiendo, que tenía que comer todo para ser grande, pero Ivy no quería. Al ver a Leandro que seguía insistiendo, Ivy golpeó con su mano la cuchara, y se cruzó de brazos, con el ceño fruncido.

-Ivy... Termina de comer todo, ahora.- espetó con tono serio el hombre. Sin embargo, la niña seguía en su modo de capricho y empujó el plato lejos.

-Ivy, es la última vez que voy a decirlo, debes terminar de cenar, o habrá castigo. - se quedó muy serio Leandro, pero en la cabeza de la pequeña, solo cruzó la idea de molestar un poco más. 

Por lo que cuando Leandro acercó la cuchara a sus labios nuevamente, la niña abrió la boca y aceptó la comida. Cuando el hombre asumió que se le había pasado, como si fuese en cámara lenta, vió a su pequeña escupir lo que tenía.

Y eso fue todo. Leandro estalló.

-Es suficiente, hora de tu primer castigo.- fueron las palabras que salieron de la boca del gran hombre las que paralizaron a Ivy.

Volver a nacer (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora