Capítulo 29 🎤

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Los dos perdieron la conciencia del tiempo mientras sus cuerpos desnudos descansaban abrazados y tan juntos como si separarse les hiciera daño

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Los dos perdieron la conciencia del tiempo mientras sus cuerpos desnudos descansaban abrazados y tan juntos como si separarse les hiciera daño. Hablaban de cualquier cosa, de sus colores favoritos, de la música que les agradaba escuchar, de su comida preferida.

—Mira, te mostraré mi pequeño secreto —dijo Gaby y estiró un brazo para tomar su cajita de tarjetas de la mesa—. Me lo regaló mi abuela, a ella, se lo regaló mi abuelo —comentó—, ella es la persona que más afecto me dio en la infancia y me regaló esto antes de fallecer. Cada día saco una tarjeta y leo un mensaje, creerás que estoy loca, pero siento que así nos conectamos.

—Saca una ahora... —dijo él con diversión.

Gaby sacó una y leyó:

—La vida es un regalo, por eso le llamamos presente.

—Qué bonito —dijo él pensativo—. Hace mucho que me enfoco en el presente, más que en nada más... El pasado me recuerda cosas que prefiero olvidar y el futuro es incierto...

—Te da miedo —dijo ella con dulzura y guardó la tarjeta en la cajita—. Deberías arriesgarte más, Lauty, sé que tienes miedo porque ya no piensas ni decides solo por ti, como tú lo has dicho, Pili y tú son un combo inseparable, pero en el riesgo está la ganancia y con miedo te cierras a muchas oportunidades que pueden significar ganancias para ti y para ella —añadió—. Y respecto al pasado, no pienses en él como en algo negativo, piensa que hiciste lo mejor que pudiste y que eres quién eres gracias al pasado.

—¿Y quién soy? —inquirió.

—Un hombre maravilloso que ama con intensidad a su hija, un nieto genial que cuida de su abuelo, un amigo perfecto capaz de salvar a su amiga de un hombre que la lastimaba y un amante exquisito que se preocupa por su mujer...

—Me gusta cómo suena eso de mi mujer —susurró y ella sonrió.

—Eres una persona que da sin esperar recibir a cambio, y estoy segura de que, si te abres a la vida, esta también tiene mucho para darte a ti...

—No sé si creo en lo que me dices, pero el hecho de escucharte hace que me sienta mejor...

—¿A qué le temes tanto?

—No lo sé... —suspiró—. A defraudar —admitió—, siento que he defraudado a mi madre al no poder salvarla... He defraudado a Liza por no apoyarla en sus sueños, y no quiero defraudar a Pili...

—Lauty... a tu madre no la has defraudado, ella era una mujer adulta y tú un niño pequeño que hizo lo que mejor podía y sufrió muchísimo. A Liza no la has defraudado, si me lo preguntas a mí, es ella quién les ha defraudado a Pili y a ti, y a Pili, no la defraudarás siempre que seas auténtico y le des el amor que merece y necesita... ¿Acaso no te das cuenta de que es a ti a quien te estás defraudando al renunciar a tus sueños? Y es un círculo vicioso, porque no los cumples por miedo... Ya sácate esas ideas de la cabeza... —añadió.

Un salto al vacíoWhere stories live. Discover now