Capítulo 16 🎤

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Gaby lo vio allí, sentado sobre su cama, lloraba como un niño y se cubría la cara con las manos

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Gaby lo vio allí, sentado sobre su cama, lloraba como un niño y se cubría la cara con las manos. Se acercó a él con el corazón lleno de compasión y se sentó a su lado, lo abrazó sin pensarlo y pasando por alto la descarga que sintió al contacto.

—Siento tanto lo que nos has contado —susurró—, ahora comprendo por qué la ayudabas como si fuera algo personal... creí que ella te gustaba...

—No... no es eso, solo quería... hacer por ella lo que no pude hacer por mi madre. Y me enfada muchísimo que no lo comprenda, pero no puedo hacer nada si ella no desea salvarse —respondió.

—Ya verás que tomará consciencia, es todo demasiado difícil para ella, solo dale tiempo... estaremos a su lado —prometió—. Ahora te admiro aún más...

Lautaro la miró, estaba cerca, muy cerca, y sus ojos mostraban una preocupación genuina.

—¿Por qué me admiras? No tengo nada de admirable, Gabriela —respondió él—. Que mi madre haya muerto porque un idiota le rompió una silla por la cabeza o que me toque criar a una hija sola porque su madre no la quiso no son cosas admirables, son dificultades horribles que me tocaron vivir...

Gaby sonrió con dulzura.

—Sí, pero tú podrías haberte rendido y nadie habría podido decir nada más que lamentarse por esa suerte horrible que te tocó, sin embargo, aquí estás, fuerte y valiente ayudando a una amiga a que no termine igual y criando tú solo a una niña pequeña. ¿Qué no lo ves? Yo sí, y solo puedo admirarte... —dijo ella con sinceridad.

Lautaro se secó las lágrimas de los ojos y la observó. La cercanía de sus cuerpos más la vulnerabilidad en la que se encontraban hacía que deseara arrojarse a sus brazos sin pensarlo. Si solo pudiera hacerlo, si solo pudiese vivir sin pensarlo por un momento.

—Valoro también que le hayas contado tu historia —continuó ella—, has dicho que nunca hablas de eso... y que lo hagas ahora, incluso cuando se nota que es algo que te duele mucho, solo por el bien de nuestra amiga, me parece increíble... Lautaro... no tengo palabras —dijo con sinceridad llevándose una mano al corazón—. Eres increíble...

—Deja de decirme eso... —murmuró él sin fuerza. Sentía un calor agradable en el pecho que crecía con cada palabra que Gaby decía.

—También me has hecho pensar a mí...

—¿Sobre qué? —preguntó él.

—Sobre los límites... sobre dejar que las personas que amamos lo sobrepasen sin que nos demos cuenta... A mí mi novio no me pega, no me hace daño, pero tampoco siento que me respete —suspiró—, se cree superior a mí y piensa que yo debería aceptar todo lo que él dice solo porque supuestamente busca mi bien... A veces pienso que me trata como a una hija...

Lautaro frunció el ceño. Aquella mujer tenía novio y esa información, por alguna razón, no le agradaba para nada.

—Deberías revisar esos límites entonces —respondió él.

Gaby lo miró a los ojos y sin poder evitarlo, llevó sus manos hasta su rostro para secarle una última lágrima que había quedado rezagada. Lautaro se estremeció y en un intento por detenerla, tomó su mano en la suya, pero el resultado fue peor, la química entre ellos era intensa y la electricidad crepitaba en el ambiente.

Gaby se mordió los labios al sentir su cercanía y su toque. No comprendía qué le sucedía, pero ese hombre la atraía como si fuera un imán. Esa admiración que sentía era inmensa y hacía que lo viera como un ser extraordinario al que quería abrazar, consolar, cuidar, proteger.

—Vamos con ella —susurró Lautaro al ser consciente de que perdía el control sobre su cuerpo y que estaba a punto de buscar con sus labios los labios de aquella muchacha.

—Vamos... —respondió ella, pero ninguno de los dos se movió por un buen rato, hasta que luego de un carraspeo incómodo, Lautaro se levantó.

—¿Estás bien? —inquirió Alicia al verlo.

—Sí... perdón...

—No tienes que pedir perdón —respondió—, soy yo la que debe hacerlo. Tienes razón, todo lo que me han dicho es cierto y necesito que me ayuden a salir de esto... Haré la denuncia... ayúdenme, por favor... tengo miedo...

—Te ayudaremos —dijo Lautaro con una sonrisa.

—Estamos contigo... —añadió Gaby.

 —añadió Gaby

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Un salto al vacíoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz