Capítulo 24. El dueño de las pesadillas

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24: El dueño de las pesadillas

24: El dueño de las pesadillas

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Kayla

Skalle me observó como si se sintiese avergonzado de sus acciones, como si la muerte del líder de un clan fuese a molestarme más por mis propias convicciones que por lo que realmente significaba.

—¿Mi abuelo lo sabe? —pregunté, con un hilo de voz.

Hodeskalle asintió y tomó asiento en el sillón frente a mí.

—Fui a averiguar lo que sucedió. Cuando me dijo que el pacto fue realizado, no me quedaron más opciones.

Había miles de cosas que quería preguntar. En primer lugar, la ley de sangre implicaba que si alguien asesinaba a alguien de un clan, el resto tenía vía libre para atacar a cualquiera de los suyos. Era algo así como un ojo por ojo, un diente por diente. Tratándose del jefe, Skalle se había puesto así mismo en el ojo de una tormenta enorme.

—¿Cómo saliste de ahí con vida? —dije, arrastrándome hasta el borde del sillón, para estar más cerca de él. Sin embargo, apenas dije la pregunta, la respuesta me pareció obvia. Él era Mørk Hodeskalle, no hacía falta aclarar nada más—. Quiero decir... ¿cómo sabes que el pacto ya no está efectivo?

Él suspiró y apoyó los brazos en sus rodillas. Se tomó las manos y rehusó mi mirada.

—Eso creo.

Contuve el aire.

—No estás seguro...

—Vigo no tiene hijos que yo conozca. Su clan está lleno de mercenarios y criminales que han sido convertidos. El hombre que te acosaba, el vampiro de traje, resultó ser una de sus adiciones —contó, mirando fijamente el suelo—. Ni siquiera sabía que el tipo murió justo persiguiendo a una White, pero todos estos clanes armados sin lazos de sangre lo único que aspiran es tener las riquezas y el poder que no tienen y tiene, por ejemplo, tu familia. Había pactado la servidumbre de tu hermano para sí mismo, la suya y la de todas sus hijos e hijas. Aún no entiendo cómo estaba Elliot tan borracho como para no entender que ese chiste no era un chiste.

Me mordí el labio inferior hasta que me sangró. Si Vigo no tenía realmente hijos, Elliot podría estar a salvo de ese pacto. Pero Skalle tendría encima a la ley de sangre.

—Hiciste lo que tenías que hacer —murmuré—. Elliot es quien se ha equivocado una y otra vez, a costa de poner en bandeja su propia vida.

Skalle levantó la mirada. En sus ojos había una profunda preocupación que no logré entender.

—Lo que hice solo le traerá más problemas a tu familia, conejita —dijo, con un nuevo suspiro—. Sí, era necesario, pero ahora todos los White tienen más problemas que antes.

Lo miré fijo. Apenas si me mojé los labios.

—Más problemas —repetí—. Más de los que ya tenemos como para que me estés siguiendo.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Where stories live. Discover now