Libro 2: Capítulo 23. Destructor de clanes

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75: Destructor de clanes

75: Destructor de clanes

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Kayla

—Estoy en comunicación con mi clan. Si algo me pasa, si la comunicación se corta, cualquier cosa, los humanos morirán en este mismo instante —nos dijo Arnold Edevane—. No te conviene hacer un espectáculo a esta hora, ¿no?

Señaló con el mentón a la calle, más allá, toda la zona entraba en movimiento. Aleksi a mi lado no se movió. Yo, tensa como nunca, traté de estirarme hacia sus pensamientos, para controlarlo, pero el líder del clan estaba a muchos metros de nosotros. Incluso cuando se bajó de un salto del techo del camión, seguía estando fuera de mi alcance.

—Me dijeron que querías negociar. Y estoy de acuerdo con eso. Ya tuvimos bastantes encontronazos y lo mejor es que nuestros clanes se mantengan apartados el uno del otro —siguió, apoyándose en el acoplado del camión. La soltura y la tranquilidad con la que hablaba me alarmada. Él no parecía asustado de ninguno de nosotros dos.

—¿Encontronazos? —repetí, con un hilo de voz. Los ojos claros de Arnold se clavaron en mi—. Trataste de secuestrarme, para violarme.

—Oh, no. Yo ni siquiera estaba ahí —me respondió él con calma—. Y en realidad, es algo que lamento profundamente. Mi padre está algo obsesionado con la pureza de la sangre. Considera que toda su estirpe es más débil que antaño debido a que fuimos paridos por humanas y no vampiras de sangre. Personalmente, no estoy de acuerdo con su accionar. Y creo que mis hermanos y primos caídos a mano de los White... son un justo pago por el abuso de poder, por la violencia, de los Edevane.

—Tu padre no es el único en tu clan obsesionado con ese tema de la pureza de la sangre —terció Aleksi—. ¿Pero de verdad esperas que crea que no tienes intenciones de volver a atacarnos?

Arnold estuvo a punto de responder, pero yo lo interrumpí.

—Sabe que ya no puede. Solo por eso —le dije a Aleksi. El líder de clan ladeó la cabeza. Pareció no inmutarse por mis palabras.

—Si ustedes me creen o no, no es mi problema. Tengo claras intenciones de recuperar lo que nos pertenece y entregarles lo que a ustedes les pertenece, aparentemente —musitó.

Un auto pasó por detrás nuestro y escuchamos voces de la otra cuadra. Pronto, encontrarían el cadáver del Edevane en el suelo, en medio de la calle, más allá del camión. No teníamos tiempo para tanto debate, así que me guardé las ganas de decirle que Bryony no era un objeto que tuviese dueño. Ni siquiera su padre era su dueño, las personas no teníamos dueño.

—Entonces tu primito te dijo que querías negociar —dijo Aleksi, notando lo mismo que yo—. Bien. En primer lugar, quiero pruebas de vida y retrasar la entrega.

Arnold nos sonrió, como si supiera exactamente cuál era el juego.

—Me temo que eso no va a poder ser posible. La entrega tiene que ser en la hora que nosotros indicamos.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Där berättelser lever. Upptäck nu