Capítulo 7: Soy hetero, lo juro

737 68 44
                                    


—Hola Luanna, vaya, has crecido mucho —comentó Daniela.

—No ha pasado tanto.

—Hey chica, ¿qué tal? —Llegó detrás de ella, Elizabeth.

—Hola, adelante.

Entraron y se pusieron cómodas, cada una dejó su ropa en los cuartos, qué solían ser de ellas cuando aún vivían ahí.

Mientras tanto, mi mamá y yo terminamos de preparar la comida, aunque he de confesar qué siempre fui un asco para la cocina, así que lo que más hacía era ayudar en cosas que no pusieran en peligro la comida.

Después de unos minutos, preparamos todo y lo sacamos al patio trasero.

Me encontraba sirviendo el refresco cuando las preguntas incómodas aparecieron.

—Por cierto Luanna, ¿tienes algún pretendiente? —empezó Daniela.

Todos voltearon a verme.

«¿Por qué a los adultos les encanta esa pregunta?».

—No, claro que no —contesté con la mejor cara que pude poner.

—No te creo, eres bonita, seguro que hay varios compañeritos que quieren contigo.

—No sé, y no tengo tiempo para eso, entre la preparación de la fiesta patronal y mantener mis calificaciones donde están, estoy muy ocupada.

—No deberías estresarte tanto, eres joven, vive la vida.

«Apuesto a que si supieran quien me gusta me dirían qué soy muy pequeña para saberlo o que estoy confundida».

—¿Cómo está tu esposo, Dani?, no lo hemos visto en más de un año. —Le entregué su vaso.

Por supuesto que estaba casada, no olvidemos qué hablamos de mis padres, ella era el vivo ejemplo de lo que querían que hiciéramos de nuestra vida, solo le faltaban los hijos.

—Está muy ocupado viajando por negocios, pero siempre me dice que les manda un saludo y que espera tener espacio para la próxima reunión.

—Ay, ese Ricardo, me cae tan bien, es tan buen hombre, tan educado, tan caballeroso, de verdad extraño tenerlo con nosotros aquí —comentó mi madre.

—Tal vez venga la próxima.

—¿Qué hay de ti, Eli? ¿Cuándo nos presentarás a un galán? —habló mi padre.

—Por el momento no salgo con nadie, mi maestría está por acabar y quiero un doctorado.

—Siempre te he dicho que no vivas estudiando. ¿Cuándo nos darás nietos entonces?

—Ya habrá tiempo para eso, papá.

La conversación se estaba poniendo tediosa, así que después de terminar de entregarles sus bebidas me senté y saqué mi celular para intentar distraerme, no me dio tiempo ni a abrir alguna aplicación, porque mi mamá me lo arrebató.

—Luanna, nada de teléfonos —advirtió en un susurro.

No podía protestar, así que no me quedó más que fingir prestar atención y asentir cada que lo veía necesario.

Pasó un tiempo más cuando se escuchó que tocaron a la puerta, mis padres voltearon a verme esperando que yo abriera, sin reparo me levanté y acudí a quien llamaba.

—¡Mel!

—Hola. Te envié mensaje, pero no respondiste, así que vine.

—Lo siento, no tengo mi celular conmigo. ¿Qué necesitas?

El sonido del ríoWhere stories live. Discover now