Capítulo 49: Adiós

606 72 39
                                    

Cuando ya estábamos a centímetros, ella cerró los ojos y apretó mi mano, lo que me puso todavía más nerviosa; hacía frío y aun así sentí la cara caliente mientras intentaba acercarme lo suficiente.

—¡Kate! —gritó de pronto Kristen, quien apenas entraba por la puerta principal.

Su llamado nos asustó y obligó a tomar distancia con velocidad.

—¿Hija? —repitió luego de no obtener respuesta.

Los nervios y la adrenalina no nos dejaban reaccionar, fue hasta que se escuchó que los pasos de Kristen se acercaban, que ella se levantó de golpe, soltando mi mano con el movimiento; yo solo pude agachar la cabeza.

—¿Q-qué?

—¡Ven un momento, por favor!

—Ya voy —gritó para Kristen—A-ahora vuelvo —dijo sin verme.

—Uh-hum —murmuré sin poder quitar la vista del suelo.

Cuando entró a la casa, me dejé caer de espaldas al pasto, tapando con mis manos mi cara, mi ritmo era tan acelerado que me parecía escandaloso.

«Ahh... pero... eso...». Ni siquiera era capaz de hilar mis pensamientos.

«¿Por qué?, yo... Ahh».

«¿D-de verdad estábamos a punto de besarnos?».

Me levanté y caminé por el lugar agitando mis manos hacia mi cara en un intento de refrescarme, mi corazón no se tranquilizaba y sin necesidad de verme, sabía que debía estar más que roja.

Fueron varios muchos minutos hasta poder calmarme, y en los que no había ni señales de ella, así que ingresé a la casa solo para avisar que regresaría a la mía, Kate y yo no pudimos vernos a los ojos y su mamá parecía muy confundida por la situación, pero luego de insistir un rato, me dejó ir.

Caminé a casa superatontada, me di una ducha y aunque me acosté, pasé la noche mirando el techo, repitiendo mentalmente una y otra vez ese momento en mi cabeza, pero sobre todo, deseando que Kristen no hubiera aparecido.

Durante casi una semana las cosas estuvieron raras entre nosotras, seguíamos demasiado avergonzadas, fue gracias a la compañía de nuestros amigos que las aguas se relajaron.

Era una tarde de jueves, nos encontrábamos en mi sala, mis padres y Raúl habían salido y todos nosotros estábamos listos para empezar una nueva serie, sobre un detective y criaturas sobrenaturales.

Juntamos y acercamos un poco los sillones para estar más cómodos y ver mejor, yo en la orilla de la izquierda, luego Félix, seguido de Moni, y Eric, al otro extremo estaba Kate.

Tras varios capítulos, ella y yo ya teníamos el valor suficiente para vernos por unos segundos y sonreír.

La serie era buena, nos picamos, por desgracia y por el viento, la luz comenzó a fallar yendo y viniendo a ratos, hasta que, finalmente, se fue.

—¿Esta vez no volverá, cierto?

—Eso creo.

—¿Y ahora qué hacemos?

Nos quedamos pensando en silencio hasta que Félix comentó levantando su celular:

—¿Habrá señal? Quiero mandar un mensaje.

—¿A tu ex? Ya supérala, amigo —dijo Eric, fastidiado.

—Creo que vio el último y no supo qué responder, tal vez deba-

—No —Le quité el teléfono— Ya deja de insistir, por favor.

Encendí la linterna y aclaré:

—Iré por algo para alumbrar.

El sonido del ríoWhere stories live. Discover now