Capítulo 50: Final

582 81 40
                                    

Mi corazón se hundió, y un dolor de estómago se hizo presente.

«No, no, no, no».

—¿Q-qué? —repetí en un intento de negación, esperando que fuera una mala broma.

Kristen se notaba conflictuada, no sabía qué responder y antes de que pudiera pensar en algo, Kate salió de su cuarto, arrastrando una maleta.

—¿L-Luan qué haces aquí?

No respondí, me le quedé viendo mientras intentaba entender: ¿por qué parecía que no era algo repentino? ¿Ya sabía que se iría al día siguiente? ¿Por qué no me lo comentó? ¿Se iba a ir sin avisar?

Luego, solo di la vuelta y salí, ya estaba sensible, así que no llorar se había convertido en un verdadero reto.

Mis pasos eran rápidos, casi corría, el río era el único lugar a donde ahora podía ir.

Pronto ya faltaba poco para llegar, fue ahí cuando me tomó de la muñeca y algo desesperada dijo:

—Luan, por favor.

Me detuve con ella porque no me quedaba alternativa, pero hice que me soltara a la fuerza.

—¿Qué? ¿Te ibas a ir así? ¿No pensabas despedirte?

—C-claro que sí.

—¿En serio? ¿Y desde hace cuánto lo sabes?

Miró el suelo un momento, y algo tímida respondió:

—Poco antes de que volviéramos a hablar.

—¡Tuviste meses para decirme! —reclamé aún más molesta.

—No quería arruinar las cosas.

—¿Y qué? ¿Si no me aparezco hoy en tu casa, simplemente no te despides?

—Te hubiera dejado una nota.

—Agh, eres increíble Katherine.

—¿Y qué querías que te dijera? ¿Me voy y no sé si algún día podré regresar?

—No sé, solo que no me lo dijeras a horas de irte, y menos con una maldita nota.

—B-busqué el momento adecuado pero nunca llegó.

—Ajá, si claro.

—Luan-

—No, ¿sabes qué? Ahora mismo ni siquiera quiero verte —finalicé dando media vuelta.

Seguí avanzando, no me percaté hasta ese momento pero ya estaba llorando, así que me detuve y regresé a ella diciendo:

—Tampoco pienso ir a un lugar que me recuerde a ti.

Volví a caminar, esta vez dispuesta a regresar a casa.

«Sé que no debería malgastar el tiempo con peleas estúpidas, pero no puedo actuar como si no estuviera herida».

Cuando ya estaba en frente, me debatí si realmente debería entrar, el que no se escucharan gritos, ni una discusión alterada, terminaron por convencerme.

Fui directo al patio trasero, donde no encontré a nadie, así que me dirigí a la habitación de Eli, ahí estaban todos, excepto mis padres, ella me abrazó en cuanto me vio, y eso me hizo llorar todavía más.

Raúl estaba acostado en su cama y Dani sentada a un lado de él, con un bote de basura por si él vomitaba.

—¿Qué dijeron cuando me fui? —pregunté un rato después de tranquilizarme.

—A nosotros, nada, solo se fueron a discutir a su cuarto —contestó la mayor.

—¿Y ustedes creen que me echen?

El sonido del ríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora