Capítulo 16

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Yo le dije a Áureo, mientras lo abrazaba y le agradecía, que en verdad quería ir a la ciudad, aunque fuera solo por un día. Él me comentó que podía llevarme sin ningún inconveniente hasta allá porque sus papás se tomarían todo el fin de semana de descanso y que el carro estaría disponible mientras se lo pidiera con tiempo a su papá y pagara la gasolina.

Al principio creí que bromeaba y que mi felicidad desaparecería, pero él mismo me confirmó en la noche que podíamos irnos. A partir de eso ideamos un plan muy cauteloso, pues yo no iba a pedirle permiso a nadie.

En parte eso me hizo sentir culpable y mal. Mi familia se preocupaba por mí y yo vivía tomando malas decisiones por mi cuenta siempre que podía. Algunas valían la pena, otras no tanto. A pesar de todo, aceptaba los riesgos y las consecuencias posteriores. Más ahora que lo hacía por un intento desesperado de encontrar felicidad temporal.

Áureo pasaría por mí en su auto, pero no directamente a mi casa. Se estacionaría en la esquina de la calle y yo bajaría hasta allá cuando me lo indicara. Saldría por la puerta cuidando que no me vieran mis familiares y después correría. Nada más me llevaría el celular y la cartera, porque yo pagaría todo el viaje a cambio de que me llevara. Era lo más justo.

Antes de dormir y después de quedar bien de acuerdo con el plan, mi mamá me comentó muy en breves que me notaba un poco mejor después de la visita de Áureo. En otras circunstancias solo me habría dado la vuelta, ignorándola, pero su comentario logró hacer que en mi cara se posara una casi imperceptible sonrisa. Me sentí feliz por primera vez en mucho tiempo.

Le dije que tal vez yo mismo lo invitaría más veces, todo bajo la excusa de que él era una buena persona y que me caía mejor que cualquier otro compañero de la escuela. De todos modos, ella no iba a dejar que Edwin, Omar y Joel vinieran a la casa después de lo que pasó. Era casi una prohibición que hablara con ellos, algo que por fortuna no me presentaba ningún problema.

A Áureo le mandé un último mensaje deseándole buenas noches y que estaba emocionado por verlo. Tendría que esperarlo hasta el mediodía y eso para mí resultaba insoportable. Deseé, antes de pegar los párpados, que el tiempo se pasara rápido.

Luego de otro almuerzo solitario, me quedé pegado al celular para revisar el reloj minuto a minuto hasta que, faltando solo cinco para la hora acordada, Áureo me escribió que ya iba en camino a mi calle

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Luego de otro almuerzo solitario, me quedé pegado al celular para revisar el reloj minuto a minuto hasta que, faltando solo cinco para la hora acordada, Áureo me escribió que ya iba en camino a mi calle. Agradecía que fuera tan puntual y entendiera lo importante que era para mí estar lejos del pueblo, así que yo también me preparé.

Ya me encontraba bañado y vestido, aunque oculto bajo las cobijas para evitar que alguien llegara y descubriera que estaba por irme. Las hice a un lado y me senté en la orilla de la cama, mirando hacia el piso. Respiré lento y calmado para pedirle al destino que no me atraparan. Todo tenía que salir bien, ¿no me merecía algo bueno?

"Ya estoy aquí", leí. Mi pecho sintió una incómoda presión y mis manos, que sujetaban el celular, temblaron. Ahora todo dependía de mí.

El aroma a lavanda [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now