El príncipe del reino Azul [L.S]

16. Admirable

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Admirable

Las personas abundaban en el salón de baile del palacio y todos los presentes chispeaban de alegría ante la coronación de Louis. La gente danzaba, comía aperitivos, bebía de las más deliciosas bebidas. Cientos de personas se habían acercado a estrechar su mano, y Eva había intentado hablar con él un par de veces más, sin embargo, él no estaba interesado en ello. Tenía la cabeza en los cielos. Ni siquiera había notado que Félicité había comenzado a bailar con Willem de Luxemburgo.

Todo su alrededor brillaba en alegrías, sin embargo, él, muy lejos de sentirse así de entusiasta, se sentía perdido. Al no encontrarle sentido al hecho de ser un ente entre tanta gente, a media noche se escabulló hacia los jardines para buscar un poco de paz que no le permitía el abombado ambiente.

A pesar de ello, la soledad no fue una opción porque una persona lo siguió y tomó asiento junto a él en los peldaños del palacio.

—Un rey no debería sentarse en escalones. Ahora tienes un trono —le hizo saber, con un poco de gracia en su voz.

—No me digas rey, Zayn, por favor —se quejó, lloriqueando.

—¿No eres acaso eso?, un rey —frunció el ceño— Ya no corresponde que te diga príncipe.

—No soy feliz siendo rey.

—Tienes en tus manos el futuro del reino que tanto aprecias, ¿Qué mejor que eso?

—Tener a mis padres a mi lado para acompañarme —suspiró él— Me siento tan perdido —confesó— ni siquiera puedo proyectar mi vida a un año, es todo tan confuso. Ni siquiera me siento yo mismo.

—Amigo, has sufrido un trauma muy grande a principio de año, es comprensible que te sientas así unos meses... pero no debes permitir que esto signifique el fin de tu vida, eventualmente ibas a ver morir a los reyes, descansen en paz —le hizo saber Zayn, y, por más duras que fueron sus palabras, fueron ciertas.

—Fue muy pronto —susurró. Efectivamente, había sido muy pronto. Ni siquiera sintió que sus padres se escabulleran entre sus dedos como arena, ellos, de un momento a otro, habían desaparecido de su vida.

Y Louis aún no superaba aquella repentina pérdida.

—Fue muy pronto y todo el mundo los amaba increíblemente, pero sucedió. Siempre los tendremos en nuestra memoria, pero estoy seguro de que a ellos no les gustaría verte sumirte en la miseria por que hayan pasado al mundo celestial. Desde el paraíso deben estar observándote con tristeza, pensando en qué le sucedió a la luz de su pequeño, ¿no crees?

Tras esas palabras, las lágrimas llenaron sus ojos y no pudo evitar sollozar, encogiéndose en su cuerpo para intentar desaparecer.

—¿Tú crees que los esté decepcionando? —murmuró, con las lágrimas comenzando a rodar por sus mejillas.

—Oh, Louis, tú no estás decepcionando a nadie. Tus padres deben estar orgullosos de tus decisiones. Sólo digo que probablemente estén preocupados por ti.

El ojiazul asintió.

—Yo también estoy orgulloso de ti, a pesar de que no es tan importante como el hecho de que tus padres lo estén...

—Zayn, que tú estés orgulloso de mí, me llena el alma —le hizo saber y el morocho le sonrió, y sin poder prevenirlo, Louis se vio envuelto en un abrazo por él. Le sorprendió porque su amigo no solía demostrar sus sentimientos tan físicamente, pero aceptó el gesto.