01. Odioso

1.8K 200 337
                                    

01

━━━━━━ ◦♛ ◦ ━━━━━━

Odioso

Año 1884

Sintió una excesiva cantidad de ruido a su alrededor, no pudo concentrarse más en su sueño y es esa la razón por la que despertó aquel día. Odiaba cuando le ocurría eso -el no poder dormir tranquilo en la mañana-, pero no podía decirle a su padre, porque no le gustaba que él dijera que odiaba algo. Según él, siempre tenía que amar, sonreír, y saludar bien a quien se encontrase por el camino, aunque esa persona le cayese mal. Lamentablemente también a Harry Edward... ese niño apestoso -no es que realmente fuera apestoso, sólo le había oído a su primo decirle así a un amigo de forma despectiva así que suponía que significaba algo malo-. Pero, si su padre le permitiese confesar odiar a alguien, a sus ocho años, Louis podría afirmar que odiaba a Harry Edward.

Edward era un niño de no-sabía-qué reino, hijo de amigos íntimos de sus padres. Realmente, él no le importaba mucho si no se le cruzaba en el camino, porque en ese caso debería saludarlo, aunque le cayese mal, y le caía muy mal, y esperaba que algún día él se cayese muy mal por las escaleras de mármol que conducían al primer piso del castillo.

La primera razón por la que lo odiaba era que apenas veía a Louis le saludaba con su habitual "Hola, William", colocando en su rostro esa maliciosa mirada, aunque ya lo hubiera saludado con anterioridad, y él tenía que resignarse y saludarlo con una sonrisa, ya que eso es lo que le había enseñado su padre, aunque muriera por pegarle un buen puñetazo en el ojo, porque odiaba su segundo nombre, era de anciano, pero su madre decía que le hacía acordar un buen rey... de todas formas, prefería que le llamasen Louis. Pero Edward no le decía así. Le decía William. Y él quería golpearlo.

La segunda razón era que en su pelo había muchos rulos color castaño, que le hacía parecer más hijo de sus padres que él mismo, porque Louis no tenía esas hondas, y las quería.

La tercera, y casi principal razón, era que tocaba todo lo que era suyo. Todo. Sus dulces, sus juguetes, sus pasteles (menos el de chocolate, agradecía eso porque era su favorito).

Y eso hacía que odiara más despertarse ese día, porque la familia de Glas Hare (la familia de Edward), llegaba ese día al palacio de la suya.

Las mucamas lo obligaron a levantarse -porque si no su padre debería ir y regañarlo- y a enfrentarse al espejo de cuerpo completo que se encontraba en su habitación. Le dieron en manos un traje color azul claro y, cuando se lo puso, lo ayudaron a arreglarse. Luego se calzó y una de ellas se ocupó especialmente en arreglar su cabello en un peinado hacia atrás. Se quejó porque le tiró un poco, pero el dolor pasó rápido.

El niño de ocho años caminó desganado, arrastrando los pies por el pasillo hasta que se cruzó con su padre, quien lo miró con una ceja alzada, y no bastó más para que se parara con la espalda recta y marcara bien sus pasos. Entonces le miró con orgullo y Louis sonrió de verdad.

Siguió su paso hasta las cocinas, donde se dedicó a robar dos galletas y un pastelillo. Su madre se horrorizaría si viera que se comió esas tres cosas en prácticamente un bocado. Principalmente porque decía que debía comer como un señor.

De todas formas, los sirvientes le llevaban los caprichos a escondidas de sus padres ¿Cómo no? El niño desprendía un aura de ternura y amabilidad a la que era imposible resistirse. Otra razón para sonreír.

Cuando se hizo la hora de llegada de los invitados, se alineó a su madre -que estaba embarazada- junto a la puerta de entrada para darle la bienvenida a la familia Glas Hare. Anne, la madre del odioso, le dio una sonrisa que recibió gustoso y Desmond, su padre, le dio un apretón de manos amistoso que siempre solía darle cada dos meses, que era el tiempo en el que los visitaban. Gemma, la hermana del engendro, lo abrazó sin ningún escrúpulo. Sin embargo, Edward solamente pasó de Louis, y él abrió la boca, indignado, porque debía saludarlo, aunque no le cayera bien. Miró a su padre con los ojos totalmente abiertos y un buen gesto de indignación que había practicado mil veces en frente del espejo, pero él sólo rio junto a su madre. Se enfureció con ellos, decidiendo que por el resto del día iban a ser Mark y Johannah, y no "padre" ni "madre".

El príncipe del reino Azul [L.S]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon