𝟎𝟏: 𝓟𝓻𝓸́𝓵𝓸𝓰𝓸.

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—No puede ser otra vez

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—No puede ser otra vez... —el ruido de la música le estaba matando. Enserio estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano en no gritar a los cuatro vientos en ese momento.

Estaba demasiado alto. Tanto que podía jurar que su habitación se podía mover.

Tiró de mala gana el portaminas en la cama y se levantó abriendo la puerta. 

Con los pies prácticamente desnudos subió hacia el piso de arriba. Ni siquiera se molestó en ponerse un par de zapatos, la molestia era tal que no le importaba lo demás.

La música estaba mucha más alta en esa planta. 

Tocó varias veces.

—¡¿Qué?! —un joven de cabello blanco y cicatrices en el rostro la recibió con un gesto de molestia.

—¡¿Acaso tienes oídos?! —gritó haciendo que quedará estático. Bajó la música para poder escucharla. —¡Tengo un examen dentro de unos pocos días y no puedo estudiar porque piensas que eres el único en el planeta! ¡Si no tienes consideración en primer lugar no deberías si quiera vivir aquí!

—¡¿Quién te crees que eres?! —respondió levantando la voz.

—¡Alguien que por lo menos es sensata en pensar en los demás! 

La discusión llamó la atención de los vecinos. 

Para su sorpresa varios la estaban apoyando.

—¡Sí, ya díganle que esa música nos atormenta a todos! 

Lo dejó con la palabra en la boca y regresó a su habitación. La suerte estaba de su lado ya que un empleado estaba subiendo las escaleras para poner reparo a la situación.

Rosslenne colocó la palma de sus manos contra sus oídos.

El sonido había parado.

—Tranquilidad... Al fin. —se tiró en la cama.

Estaba viviendo sola, lidiando con el colegio y de estar ubicada en su nuevo entorno. Siempre fue de pueblo y estar en la gran ciudad donde todo era tan diferente le agobiaba.

Quería ver a su tía Tamayo, la extrañaba demasiado.

—Debería comer algo. —dijo mirando el techo sintiendo el estómago gruñir.

Al lado del edificio había una panadería. Así que solía ir bastante seguido por la comodidad y que prácticamente era adicta al pan.

Ya abajo el olor a masa recién horneada era maravilloso. 

Justo decidiendo llevarse también un postre vio a un chico de más o menos su edad.

Tenía el cabello recogido y un uniforme blanco con rojo.

Estaba conversando con un compañero pero cuando sintió su mirada se avergonzó un poco. Se acercó hacia ella.

—Bu-buenas noches, ¿qué es lo que desea?

—Hola, me gustaría este dulce y un pan por favor. —lo señaló en la vitrina.

Justo cuando iba a pagar se volteó a verlo.

Le parecía muy lindo. Además era tierna su manera de hablar.

—Los Kamado realizan un gran trabajo. —logró escuchar por parte de una de las empleadas.

—Disculpe la pregunta, ¿ellos son los panaderos? —se acercó.

—Sí. 

—Gracias, díganle que adoro lo que hacen.

—Se los haré saber.

Ella se fue muy feliz. Sin poder evitar agarrar un poco de la punta del pan recién hecho para probarlo.

 Sin poder evitar agarrar un poco de la punta del pan recién hecho para probarlo

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Senjuro necesita mucho amor. Merece todo el amor del mundo así que me voy a desquitar ♡

Esta historia será muy similar a la de Kyojuro, solo que cambiaré el rol de algunos personajes para no hacerlo tan similar. Tendrá muchos momentos dulces así que si les gusta ese tipo de contenido con un humor  algo tonto sean bienvenidas JAJAJSJ

Los capítulos se irán alargando un poco también mientras avance la historia.

Los capítulos se irán alargando un poco también mientras avance la historia

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𝓢𝓸𝓵 ¦ Senjuro RengokuWhere stories live. Discover now