𝟎𝟕: 𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓼𝓮𝓲𝓼.

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—¡Regrésamelo! ¡Daki, no es divertido! —en la hora del descanso Rosslenne perseguía a su mejor amiga con el teléfono en mano

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—¡Regrésamelo! ¡Daki, no es divertido! —en la hora del descanso Rosslenne perseguía a su mejor amiga con el teléfono en mano.

—¡Esto te sucede por no querer decirme que te escribió! —se quejó viendo como Gyutaro observada divertido la escena.

—No te lo dará hasta que aceptes venir con nosotros a un nuevo restaurante que abrieron. Venden comida muy buena, además de que hace días no compartimos fuera de aquí. Hagamos algo diferente.

—¡SÍ! ¡Vamos, Ross! Tenemos que aprovechar que tu tía no te ha llamado, siempre que se encuentran no te suelta hasta semanas después. —dijo Daki  para luego hacer un puchero.

—Tiene sus razones, no nos vemos mucho y por eso mismo trata de compartir conmigo lo más que pueda. Ahora más aún si está saliendo con alguien. Piensa ya en presentarlo y no quiero. —se jaló el cabello.

—No te entiendo. Te quejas de que no sales pero puedes hacerlo con un familiar, es mejor que nada. —jugaba con el celular entre sus manos.

—¿Es tan mala como dices o solo exageras? —está vez el hermano mayor preguntó.

—Bien, no es tan mala. Es bastante amable, atenta y me da cualquier cosa que necesite sin tener que pedirlo. Es raro, nada más. Nunca conviví con ella hasta que me mudé y que me trate así se siente extraño.

—Le diré que me adopte y te deje a ti en la calle. Seguro así la valoras. —la azabache le sacó la lengua.

—Es una buena idea, luego la veremos rogando de volver a ser a su preciada tía. Podemos grabarlo y venderlo por Internet, nos haremos ricos.

Ante las ideas de sus amigos Rosslenne tenía un gesto serio que aumentó su burla.

—¡Oh, ya sé! ¡Me pintaré el cabello y seguro Tamayo no se dará cuenta que la reemplacé a Rosslenne! —estallaron en risa por la simple imagen en sus mentes.

—¡Yo te ayudaré! ¡Buscaré el mejor estilista de la cuidad!

—¡Suficiente, necesito mi teléfono! —lo consiguió.

—Tranquila, no te lo robaré. —sonrió con malicia. —Aunque no me refiero al celular.

—¿Te refieres a mi solecito? —cuestionó con inocencia fingida.

—Vamos, no te pongas así. Simplemente queremos reír un rato. No nos tomes enserio.

—Aunque quisiera no podría. Los conozco muy bien. —empezó a escribir.

Gyutaro y Daki le dieron privacidad alejándose de ella. Empezaron a conversar para que pocos minutos después ver a Rosslenne acercarse.

—Aceptaré la oferta, iremos a ese lugar. —sonrió.

—Fue más fácil de lo que pensé. —Gyutaro imitó su gesto. —Cuando termine la última clase aún estará abierto, así que las espero aquí.

Por última vez sonó la campana y todos los estudiantes se retiraron. El grupo de Rosslenne se encontró en donde acordaron. Para mala suerte de la castaña tuvieron que volver a utilizar la moto que tanto odiaba. La ventaja es que llegaron rápido, logrando evitar el gran tráfico que se presentaba.

El restaurante era nuevo. Se notaba por la cantidad de personas y lo reluciente del sitio, las paredes, vidrios... ¡Hasta olía a detergente!

—No sé si podamos comprar a tiempo. Hay demasiada gente. —susurró la castaña hacia sus amigos.

—Descuida, lo peor que puede pasar es que no lo logremos y volvamos otro día. —el peli verde se adelantó a ver el menú mientras esperaban en la fila.

Rosslenne se mantuvo callada hasta que Gyutaro regresara. No era que tuviera problemas en hablar con Daki, simplemente estuvo pensativa.

Sin embargo, regresó antes de lo que esperaba y apenas las encontró entre la multitud fue sujetada del brazo.

—¡¿Qué haces?! ¡Perderemos nuestro lugar! —estando adentro se sintió aturdida por las luces brillantes y la cantidad de personas.

No obtuvo respuesta hasta que en uno de los puestos hizo contacto visual con Senjuro. Ambos enrojecieron hasta las orejas al reconocerse.

—¡Encontré a uno de los profesores que me enseñó antes de entrar al colegio! —no logró escuchar lo que dijo. Se centró demasiado en asimilar lo que sucedía.

—¡Es un placer, soy Kyojuro Rengoku! ¡Él es mi hermano menor Senjuro!

—Soy Daki, nuestra amiga Rosslenne.

—¡Has crecido mucho, apenas de reconozco! —sonrió.

El mundo era sumamente pequeño. En esos momentos era muy claro.

—Por favor, siéntense. Conozco al dueño del lugar y estoy seguro que podrá tomar su orden sin que tengan que esperar tanto. —Rosslenne apenas reaccionó cuando Daki la tomó de los hombros para guiarle a que se sentara en los asientos disponibles.

—¿Es él, verdad? —le susurró al oído. Tensó el cuerpo.

—Regresaré pronto. —Tanto como Kyojuro y Gyutaro se alejaron.

Incómoda movió sus pies debajo de la mesa pensando que hacer.

—Iré al baño. —la azabache dijo apenas segundos después de que ambos hermanos se retiraran. La castaña apenas se quedó con la boca abierta sin poder responder.

—Es... Es una gran coincidencia. —pudo decir para romper el hielo.

—Sí, no pensé jamás que te vería aquí. —sonrió nervioso jugando con sus manos.

—Supongo que es lo divertido de la vida. No sabes jamás que va a pasar.

—Cierto. —se notaba más tranquilo. Quizás sirvió que estaban solos. —En realidad, uhm... Quería...

Su frase quedó a medias ya que Gyutaro regresó.

—Ya pude pedir. Aunque no les consulté que querían, tuve que hacerlo rápido o perdería la oportunidad. —se sentó al lado de Rosslenne.

—No importa, conoces nuestros gustos.

Nadie dijo nada. Rosslenne estaba que quería decirle de manera amable a su amigo que les diera algo de espacio pero claramente no se dio cuenta de que interrumpió su conversación. Además de que si no era él, Daki regresaría y seguramente ocurriría lo mismo.

Pronto se reunieron. Empezó una charla que se centraba en la infancia de Gyutaro y un poco en la experiencia del mayor de los Rengoku en sus años como profesor. En los últimos minutos Rosslenne se mantuvo callada.

—Espero que podamos volver a salir los cinco otra vez. —estuvieron de acuerdo al instante. Kyojuro se despidió junto a Senjuro.

—Ross, ¿sigues con nosotros? —Daki trató de hacerla reaccionar.

—Sigo viva, puedo respirar de nuevo.

Rieron para salir al estacionamiento.

—Estuviste tensa todo el tiempo, parecías una estatua. —dijo Gyutaro.

—¿Cómo querías que estuviera? ¡No me esperaba encontrarlo y menos que estuviera con su hermano!

—Mira el lado positivo, ya no tendrás que presentarte.

Así, entre risas volvieron a su hogar.

Así, entre risas volvieron a su hogar

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𝓢𝓸𝓵 ¦ Senjuro RengokuUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum