11. Guitarras

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CASSIE

Me desperté a regañadientes. Ese maldito canto de pájaros ha estado taladrando mi cabeza desde muy temprano.

Me levanté de la cama angustiada porque su rechazo directo seguía doliéndome mucho.

Miré la maleta y, como revelación divina, decidí empacar todo y largarme de ese maldito lugar. Ya no quería ser torturada por los cambiantes estados de ánimo de Rhys. ¡Tuve suficiente cuando me corrió de su cama!

No quería hacer el amor con él en ese momento, solo quería dormir a su lado. Había tenido una pesadilla y necesitaba su protección. Que me salvara de nuevo.

Tras que lo hizo, reconocí que se arrepentía de haberme hecho el amor. ¡Perfecto, ya no seguiré rogándole que lo hagamos de nuevo!

«¡Demonios! ¿Por qué me hace esto?», reclamé en silencio confundida.

Eché todo apresuradamente y salí del cuarto arrastrando la maleta. Rhys no salió de su cuarto. Y fue mejor porque no quería verle la jeta.

Me costó trabajo bajar la maleta, tanto que rallé sin querer la duela de dos escalones.

—¿A dónde vas? —escuché que me preguntó Rhys desde lo alto de las escaleras.

Lo miré, andaba en bóxer brief.

«¡Carajo! ¿Este hombre no tiene piyama?».

—Regreso a Londres —respondí.

—¿Por qué? —preguntó bajando en un trote.

—Porque jamás vamos a terminar esa estúpida canción... ¡Esto fue un maldito error desde un principio! —solté caminando por el pasillo que me llevaba al garaje—. No te preocupes, echame toda la culpa. Di a los estúpidos directivos que soy problemática..., o lo que sea que tu estúpida cabeza se le ocurra. ¡No me interesa! ¡Solo quiero largarme de aquí y no pensar en esto nunca más!

Eché la maleta a la cajuela, y enseguida abrí la puerta del garaje y me subí al auto con su mirada atónita encima de mí.

—¡Gracias por nada! —espeté antes de cerrar la puerta.

Arranqué el auto y salí en reversa para tomar el camino que me llevaba a la carretera lo más rápido posible. Lejos de él. Lejos de todo lo que me hacía sentir.

Miré por el retrovisor de vez en tanto. Me alejé de la casa de igual manera en que Rhys me alejaba de él: en silencio y sin importarme el sin fin de confusión que dejaba a atrás.

Todo fue una fantasía que en realidad terminó siendo una angustiosa pesadilla.

Sin esperarlo, me detuve cuando llegué a la bifurcación con la carretera. Tuve un segundo de duda, no podía alejarme así. No estaba en mi naturaleza rehuir de las personas.

Apagué el auto y bajé para llamar a Brian.

—¿Qué pasó? ¿Todo bien? ¿Cuánto han escrito? —me preguntó.

—Cuatro oraciones.

—¡Cuatro oraciones en casi...! —exclamó.

—¡Sí, exacto! ¡Esto no está funcionando!... ¡Quiero que me saques de esto! —exigí desesperada.

Le había hablado para pedir su opinión acerca de lo que pasó con Rhys, pero fui una cobarde en el momento que escuché su voz casi paternal.

—No puedo hacerlo, Cassie.

—¡Pero si no firmamos nada!

—No, pero si te sales de esto, los directivos van a tomar repercusiones con el grupo cuando quieran meterse al estudio. Pueden reducir el presupuesto para el productor, y bien sabes que uno bueno hace la diferencia en la calidad de la música.

RhysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora