20. Tocando fondo

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CASSIE

Estaba de regresó de la cocina con un bol de palomas cuando tocaron el timbre. Miré el reloj, ya era muy tarde para visitas. Ignoré el llamado.

Estaba a punto de sentarme en el sofá cuando me cruzó por la cabeza que tal vez podría ser una emergencia. Dejé el bol en la mesita de té con mucho pesar y fui a la puerta.

—¿Quién es? —pregunté antes de sujetar el picaporte.

Nadie me contestó.

No era una urgencia, pero podría ser Liam. Nunca me respondía cuando venía a verme, por aquello de que lo escucharan los vecinos o algún transeúnte.

Abrí la puerta lentamente, dejando ver solo una parte de mi cara. Cuando Liam solía venir a tener sexo conmigo, llegaba tan ansioso que empujaba la puerta para robarme un beso... y algo más.

El tiempo se detuvo y mi corazón perdió el ritmo cuando dudé de quién tenía enfrente, vestido con jeans oscuros, playera blanca y sudadera gris de GAP. Con la capucha puesta, miraba al suelo con las manos dentro de las bolsas de la sudadera, por eso dudaba que fuera él.

Tragué saliva.

El tiempo corrió.

Él levantó la mirada.

Mi corazón se detuvo cuando vi a Rhys con barbita de tres días. Al parecer, no se había rasurado desde que me topé con él en los ensayos. Todo quiso explotar en lágrimas.

—¿Cassie? —me llamó Rhys.

Mi corazón se emocionó tanto al escucharlo decir mi nombre que creí que se me iba a salir para arrojarse a él.

Quise responder, pero no podía salir de mi sorpresa. Esto era como sacado de una película de Nicholas Spark. Él era la última persona que esperaba ver frente a mi puerta con una actitud contrariada que me confundía hasta hacerme llorar.

Estaba sufriendo, podía sentirlo vivamente.

—¿Puedo pasar? —me preguntó.

Miré a cada lado, revisando que no nos estuvieran espiando.

—Si tus paparazzi son como los míos, hace horas que ya se fueron a sus casas a tener una vida.

Sabía que así era, pero no quise correr riesgos. Abrí la puerta más y él entró sin dudar. Me estremeció la corriente de aire que creó cuando pasó a mi lado. Estaba cargado de sueños que él ha ido matando uno por uno.

—¡Hola! —saludó una vez que cerré la puerta. Se veía nervioso, aún tenía las manos dentro de los bolsillos.

—¿Qué haces aquí? —pregunté directa.

Traté de respirar tranquilamente para que mis palpitaciones se tranquilizaran.

—Tenemos que hablar —respondió.

—¿De qué?

—De nosotros...

—No hay nosotros —contradije.

—Cassie, por favor... —suplicó como si esta fuera la enésima vez que me rogara que le diera una oportunidad para hablar.

¡Vaya idiota!

—¡No, no lo hay! Has dejado bastante claro que lo que tuvimos fue un largo acostón. Nada más —elucidé cruzándome de brazos.

—¡No lo fue! Me interesas mucho para que fuera... Yo te... Necesito... ¡Carajo, me gustas mucho! —soltó entre varias variaciones de voz, pero todo el tiempo tuvo la mirada escondida, al menos hasta que dijo «me gustas mucho».

RhysWhere stories live. Discover now