El día que vendí mi alma

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Tu corazón será mi cárcel,

así como tu pecho,

las rejas que me contengan.

Tu boca será mi condena;

un sólo beso, mi sentencia.

Y tu aliento,

condensado por el frío del invierno,

será el que me envíe directa a tu interior,

a mi celda.


Senténciame a cadena perpetua,

pues son incontables los pecados cometidos,

sucedidos por tu ausencia.

Castígame con el peor de los males

y hazme penitente constante

de todos los miedos terrenales.


Pagaré,

aunque sea con mi vida,

pagaré.

Aunque el precio sea alto,

ponme a prueba,

pagaré.

Aunque la ira de mil cielos caiga sobre mí,

sométeme;

no importa lo costoso,

insoportable y doloroso que sea,

hazlo,

pagaré.


Cumpliré con honor

la mayor pena jamás impuesta,

si con ella consigo

pasar una noche en el calabozo,

acompañada de tu olor.

Lo dejaré todo,

y ejecutaré a cualquier Cupido descarriado

que el corazón intente atravesarme.


Soy consciente

de que no volveré a ver la luz del sol,

mi piel no sentirá la brisa

y mis manos no rozarán de nuevo las de un extraño.

Mis labios no besarán otros

que no sean los tuyos,

mi cuerpo te pertenecerá a ti,

y no a la justicia.

Y soy más que consciente,

ya que vendí mi alma al diablo

por regalarte a ti mi corazón.


Y viviré encerrada en ti,

recluida por mis vicios,

arrestada por mis miedos,

por buscar un último beso

antes del martillazo final del juicio.


De trizas, corazónTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang