El deseo, la lujuria; el saciarme.

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Me pregunto qué hará un saco de huesos como yo,
buscando el colmo de la pureza
en un sitio como éste.

Será que salí a pasear a mis demonios
y me han llevado hasta ti.

No lo recuerdo.

Tengo la manía de recordar sólo el dolor,
de ver la oscuridad en cada punto de luz;
de marcarme a fuego en el pecho
todas las punzadas que ha sufrido mi corazón.

Así que dime, ¿qué hace alguien como tú
hablando con alguien como yo?

¿Acaso no ves que soy la sombra que cubre medio mundo?

Pero eres curioso, cómo no,
y no sabes que eso mató al gato.
Quieres adentrarte en el mundo que vive de mis puertas para dentro
y no sabes que si entras,
no conseguirás salir vivo.

Y juro que no te quiero corromper,
así que no te acerques...

Y una mierda.
Ven aquí.

Quiero que el verde de tus ojos brille eternamente,
que esa piel blanca y pura que me recuerda a la nieve
no llegue nunca a mancharse con mi sangre.

Y sé que no soy buena,
que soy una mala perra egoísta.
Y aún sabiendo que puedo romperte,
que voy a hacer de tu alma mil pedazos,
no voy a dejar a otra puta la ilusión de tenerte.

Es el deseo,
la lujuria;
el saciarme.

La vida o la muerte.

Por eso me pregunto
qué hace un cuerpo sin alma como yo
vagando por un sitio como éste;
y qué hace un vivo como tú
buscándose la ruina con una niña rota como ésta.

Yo qué sé...

Será la necesidad de encontrarme,
o de encontrarte.

De trizas, corazónWhere stories live. Discover now