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Victoria:

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Victoria:

Las horas pasan tan lento que cuando creo que es viernes apenas es martes. Desde que recibí esa llamada no he podido respirar sin sentir dolor emocional.

Aquella noche me encontraba en una fiesta con Angie y Mario, una de las tantas que organizaban los estudiantes de la universidad. June se había disculpado ya que no asistiría por algo relacionado a su trabajo, la entendía perfectamente al darle prioridad a su vida laboral. Al día siguiente teníamos planeado reunirnos para ir al centro comercial por ropa en rebaja.

A mi amiga le mataba ir a Ross para comprar esas braguitas Calvin Klein a mitad de precio y de paso se iba a la sección de niños en las que se adueñaba de las piyamas más empalagosas. Ella tenía una extraña obsesión por aquello.

Nunca imaginé que esto sucedería, nuestras vidas se basaban en tardes metidos en la universidad, fines de semana en llamada telefónica mientras terminábamos los deberes, a veces yo le marcaba por la madrugada llorando por las estúpidas peleas que tenía con mi novio y, ella de vez en cuando lo hacía cuando tenía ataques de pánico por los sueños nocturnos que la atemorizaban.

Ahora nada de eso pasaría, ella no estaba aquí y no habría llamadas nocturnas ni risas hasta que nos doliera la tripa. Las escorias que se la llevaron no dejaron rastro o señal alguna para encontrarla.

Hemos estado saliendo por las calles a repartir volantes con su rostro, pero nadie la conoce. Cada vez que alguien se toma más de dos segundos para mirar la foto, el corazón se nos detiene, con un atisbe de esperanza en saber de ella.

Cuando asistía a clases lloraba en cuanto veía el lugar vacío a mi lado, lloraba al ver el portarretrato sobre mi mesa de noche, lloraba al subir al autobús y no tenerla a mi lado para charlar de estupideces. Mi corazón se partía al ver a su madre tan devastada, su novio era la encarnación viva del cansancio, este hombre buscaba hasta por debajo de las piedras.

—Vamos Vic, ya casi es medianoche y debemos dormir —Justin se acercó con el rostro agotado, como todos nosotros —. Mañana continuaremos, pero por favor ven conmigo, te llevaré a casa.

—No quiero ir ahí, tan solo volveré a llorar y bueno, hoy no quiero estar sola. Simplemente no me apetece.

—Entonces vayamos a la mía, los otros dos también quieren ir a dormir acompañados. ¿Te parece mejor? —antes de asentir me tomé la tarea de mirar a mi alrededor. Angie tenía las mejillas y los ojos rojos y humedecidos, las uñas que antes estaban arregladas ahora estaban mordisqueadas por la ansiedad. Mario no miraba a nada en específico, estaba perdido en sus pensamientos y ya no hacía chistes usuales para aminorar la tensión del ambiente.

—Bien, mañana seguimos —dije y tome su brazo para caminar.

Angie se unió a nosotros y me tomó de la mano y nos dirigimos al auto de Jus. El silencio en el camino predominó y la tristeza envolvía el interior. Nada de música, nada de chistes tontos ni palabras.

La chica que se perdió en las estrellas. [+18 ✔️ ]Where stories live. Discover now