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Seth:

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Seth:

Actualidad.

Hoy se cumplían exactamente catorce jodidos e infernales días sin noticias de June. Oliver iba y venía ya que tenía que estar al tanto de su puesto y de su familia, no me molestaba que fuera a atender sus deberes y responsabilidades, yo estaba totalmente agradecido con él y sus hombres, los cuales han servido de mucho.

Por medio de las autoridades de la ciudad no se tenía ninguna noticia, al menos Oliver ya tiene una pista en todo este caso sin salida.

Hace tres días se vio a Gerry, aquel tipejo de la cafetería deambulando por calles nada seguras de la ciudad, era sospechoso que un hombre como él fuera para ese lado. Así que un par de hombres se encargaron de seguirlo y fue entonces que dieron con un edificio abandonado en condiciones deplorables. A su alrededor había personas sin hogar viviendo en casas de acampar, había ratas correteando por las calles, basura por todos lados.

Era dudosa la manera en la que ese hombre se atreviera a escabullirse por un lugar peligroso.

—¿Cuándo iremos? —me acerqué más a la ventana que daba a la calle principal —, porque iremos, ¿verdad?

—Seth, tienes que entender que en este mundo lo importante es pensar con la cabeza fría, si todos en este negocio hiciéramos lo que dicta nuestra cabeza a la primera, probablemente no estaríamos vivos la mayoría. Tienes que ser más listo, debes convertirte en el depredador y no en la presa.

—Pero June podría estar ahí...

—No estamos seguros, tenemos que averiguarlo. Dame unas horas, mis muchachos ya están en ello.

—Pero...

—Pero nada —interrumpió —, recuerda el trato: Yo mando aquí.

—Bien. Prométeme una cosa antes.

—Depende.

—Que me dejarás matar a ese hijo de puta. Seré yo quien quite ese brillo de vida de sus ojos, nadie más.

—Bien. Lo tendrás de rodillas.

Con ello Oliver se marchó, tras él se fueron los cinco hombres que lo acompañaban a todos lados, eran como sus sombras. Iba a sentarme en el sofá cuando me percaté que Rafael —su mano derecha — seguía aquí, observándome.

—¿Olvidas algo, Rafael? —le dije mientras me acercaba a él. Era menos intimidante que Oliver, pero podía ser igual de letal.

—Sabes, Oliver me recuerda un poco a ti. —Fruncí el ceño sin entender a lo que iba —. Él creció en este mundo, un mundo en el que era matar o morir. O te disparan o disparas. Yo tenía diecinueve cuando lo conocí, él tan solo era un niño de diez años, un niño que amaba la música, los libros y estar con su hermana pequeña. Tenía un corazón tan puro, sentí ese instinto de acompañarlo, su padre notó la buena relación que tenía con él que me asigno como su guarura personal. Es lo único que le agradezco al difunto Erickson.

La chica que se perdió en las estrellas. [+18 ✔️ ]Onde histórias criam vida. Descubra agora