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Espero que os guste, este capítulo es de mis favs <3

Las dos siguientes semanas pasan como un vendaval de sus vidas. Mayo llega con algunos asesinatos que apenas están abriendo las noticias locales. Es más, Agoney siente que la mayor parte de la gente, sus inspectores incluidos, están dejando pasar el caso. Mientras, él, atado de pies y manos, se dedica a leer y a investigar sin aventurarse demasiado.

Ese día, y para la primera emergencia del turno, Manolo aún no ha llegado. Al principio, los bomberos intentan no preocuparse demasiado y centrarse en el caso, en salvar vidas y que todo vaya bien.

Pero luego, cuando ya se están llevando a las víctimas en la ambulancia, Mamen pregunta y nadie sabe responder.

—¿No estaba en casa, Raoul?

—Qué va. Llevo un tiempo viéndolo raro, así que le dije que me iba a dormir fuera y al final volví. No ha dormido aquí, ni ha pasado por casa antes del turno.

Ricky tamborilea los dedos en el volante, sin mucha preocupación.

—¿Y si le ha pasado algo? —Se gira Miriam.

—¿Habéis pensado, pedazo de dramáticos, que puede estar viendo a alguien y se haya quedado a dormir? —El conductor interviene finalmente.

Su hijo arruga la nariz, pero asiente.

—Era mi teoría, pero me extraña que él deje de lado el trabajo, con lo que le costó que no se lo quitaran... Puede que lo de la noche esté justificado, pero tiene que haber algo más para llegar tarde al turno.

—Espero que nada malo.

—Como sea algo del cáncer...

Al rubio se le forma un nudo en el estómago.

—No va a ser nada malo, ya veréis.

El camión de bomberos llega al punto de origen en cinco minutos, que aprovechan para charlar sobre el caso y las distintas posibilidades de lo sucedido con Manolo. El único que no participa es Raoul, que se muere por bajarse del camión para coger el móvil y llamarlo.

No tiene la oportunidad de hacerlo, pues cuando entra a la sala de descanso, se encuentra con su padre y con una sorpresa de cuatro patas.

—Pero ¿y esta preciosidad? —Se le pone la voz aguda, agachándose para recibir al perro de pelo dorado. El animal le lame la cara, para después pasar a las manos.

—Se llama Roma. —Sonríe al ver cómo la acaricia con fuerza.

—¡Qué guapa es! —chilla Aitana a distancia—. ¿Va a ser nuestra mascota? Por favor, diga que sí.

—Lo será, me la llevaré a nuestros turnos y cuando no, estará en casa.

—¿Sí? —A Raoul le brillan los ojos cuando lo mira. No ha quitado las manos de encima a la perra, que vuelve a abalanzarse para lamerle la cara—. Jo, qué bien.

—De pequeño siempre decías que querías un perro, pero en los pisos de Madrid...

—Sigo queriéndolo, por favor, esto es una monada.

—¿De dónde ha salido? —Se acerca Juan Antonio.

—Oh, he tenido que ir a una revisión esta mañana, por el tratamiento, y me han hablado de este refugio especial que tienen junto al hospital. Son perros cáncer, han sufrido tumores y ahora están mucho mejor y están listos para una buena segunda vida. Así que he pensado que sería increíble que fuera mi compañero de viaje, así me da suerte, ¿no, Ra?

Pero el rubio ha dejado atrás las caricias y lo mira con seriedad. Cuando vuelve a abrir la boca para hablar, Raoul se levanta y sube hacia las duchas.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora