capitulo 18 (la llegada de Irin Urassaya)

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[Punto de vista   Freen]

—Señorita Freen. - escuché a Mónica entrar a mi oficina

-¿si? - le respondí sin mirar el computador

—Los licenciados de la Señorita Armstrong ya están a fuera. - dejé de mirar el computador y quitándome mis lentes

—Hazlos pasar, por favor. Y ofrecerles algo de beber. - Mónica asintió y salió de mi oficina

Suspiré profundo, realmente no entendía porque Becky me mandaba tantos abogados, podiéndome mandar solo a uno, en fin es su decisión. Realmente yo no peleo nada, solo con que me dejen ver a mi hija todo está bien. Por el dinero, la casa, que no se preocupe

La puerta se abrió, y aparecieron dos personas, una mujer rubia de ojos azules y un cuerpo muy bien formado, y un joven de cabellera rizada ojos colores verdes

—Buenas tardes señora Freen Sarocha. - habló la joven y me puse de pie para atenderlos - Soy la licencia Bai y él es mi compañero Harry, somos los defensores para el divorcio de la Señora Becky Armstrong.

— Freen Sarocha. - estreché manos con cada uno - Tomen asiento. - ambos licenciados tomaron asiento y Mónica nos llevó un café a cada uno

Los licenciados de Becky comenzaron a decirme todas las peticiones que ella pedía, la custodia de Sam, darle la pensión alimenticia a mi hija.

—Dígale a la señora Armstrong que yo no me opongo a ninguna de sus exigencias, yo no pido la custodia de mi hija porque aunque yo la quisiera, sé que a nuestra hija le gustaría vivir con ella. No me opongo a eso. Así como la pensión alimenticia de ella, le estaré mandando a la cuenta de ella el dinero requerido para mi hija. Lo único que quiero es que me dejé ver a mi hija, mínimo los fines de semana. Solo pido eso. - mi petición era sencilla

—Bien, lo que mi cliente pide es que ella quiere la custodia de la niña, su pensión alimenticia. - habló el joven.

—Les repito señores abogados, yo le dejo la custodia de mi hija. Lo que pido es solo verla.

—Entonces así quedamos señora Sarocha, prepárese con su abogado para el día 30 de junio. A la niña la podrá ver únicamente los fines de semana. Hasta luego señora. - habló la ojiazul

-Hasta luego. - estreché las manos con ambos y salieron de mi oficina

Mi día transcurrió igual, reuniones tras reuniones, las estoy comenzando a odiar. Después de dos reuniones de dos horas comencé a levantar mis cosas para irme a casa.

— Freen, necesito ropa. - escuché la voz de Nita

—¿Disculpa? —Pregunté

—Lo que escuchaste, necesito ropa porque esta panzota está creciendo.

—Yo te veo igual, Nita. - reí un poco, ya ella se molestó

—No te burles Freen. - advirtió

—No me estoy burlando, cariño. - besé incrédulamente su mejilla y salí de mi oficina

Plutarco ya me estaba esperando a fuera, me ayudó a subir a la camioneta. Le pedí a Plutarco que hiciera una parada en   Starbucks. Bajé de mi auto y entré al local, pedí un capuchino

-Muchas gracias. - agradecí tomando mi pedido

—¿Freen Sarocha? —Escuché la voz de alguien familia. Volteé a ver de quien se trataba, una chica de cabellera azul, Irin Urassaya.

—¿Irin? —Ella me sonrió y me abrazó

—Dios, estás tan cambiaba. Sigues hermosa.

—Tú no te quedas atrás eh. - le dije provocando que se sonrojara

—Tú no cambias. Mira ya provocaste que me pusiera roja. - tocó sus mejillas y reí - Pero, ¿cómo estás?

-Mas o menos. - respondí

—Me enteré que te vas a divorciar. - la miré extraño - Salió hace una semana por televisión, supe que estabas casada pero no me imaginé que con la hija de Samuel Armstrong. - ahora entiendo

—Sí, nos casamos cuando teníamos diez y seis, tuve una hija a los quince. - me encogí de hombros

—Muy jóvenes. - asentí - ¿Tienes tiempo para tomarnos un algo?

—Ya tengo uno - alcé mi embace - Vamos.

Caminamos hasta una mesa vacía. Nos acomodamos y Irin comenzó a contarme lo que había hecho en su vida.

Irin y yo nos conocemos desde los cinco años, ella se fue a Italia cuando cumplió diez años, ella y yo nos besamos muchas veces, ella me enseñó a besar. Siempre hubo una conexión de amistad y hermandad con ella.
Desde que se fue no supe nada de ella, nunca recibí ni un mensaje, una llamada, un correo de su parte, era como si la tierra se la hubo tragado. Y hasta hoy la encontré.

—¿Cuándo volviste a Orlando? —Pregunté

—Hace un año. - levanté mis cejas, asombroso.

—Llevas un año aquí, ¿y nunca fuiste capaz de irme a buscar?

—No era tan fácil. Hubo un tiempo que decidí ir a la tu empresa a buscarte pero nunca me armé de valor para hacerlo. Te dejé y tenía miedo. - su voz se escuchaba entrecortada, su mirada dulce. Siempre me gustó eso de ella, sus ojos.

—¿Por qué te fuiste?

—Según mi padre le ofrecieron un mejor trabajo, pero yo siempre pretendía que él estaba en malas manos. Cuando llegamos a Milán, mi padre nos llevó a una casa lo triple de grande que la de aquí, mi cuarto era enorme que me sentí pequeña en él, de un día para otro mi padre nos llenó de lujos a mis hermanos ya mí. Pasaron los años y con el tiempo mi padre se volvía más ambicioso. Mi padre se involucró en trabajos sucios, ya sabes, mafia, drogas, trata de personas, secuestros. Cuando nos enteramos de ello, queríamos huir del monstruo que vivía con nosotros. Hubo una ocasión en la que mi madre, mis hermanos y yo intentamos huir de Milán para regresar tal vez no a Orlando pero a otro lugar donde nadie nos conociera, ya sabes, ir a un lugar donde nadie te conozca y hacer una vida nueva. Pero ese día mi padre se dió cuenta y nos encerró en el sótano.

—Siento mucho ...— tomé sus manos - De verdad.

—No importa, es mi padre pero ... Le hizo daño a mucha gente.

—Gracias por volver, Irin.

—Necesitaba volver. Ahora mi hermana me necesita.   

A promise is a promiseWhere stories live. Discover now