Épico

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¡Muéstrame, Musa, cómo el andén del subte se llenaba

de gente, en plena hora pico, de vuelta para casa!

Lentamente, por el medio, de la escalera me alejaba

y veía los trenes que a cada rato pasaban,

a pesar de lo cual, los pasajeros aumentaban.

Y he aquí que, cuando nadie se lo esperaba,

aparece un tren vacío; allí dentro no hay nada:

ni viajeros ni vendedores de cosas baratas.

La gente, en seguida, va al borde, apresurada

y se amontonan en grupos ante las puertas cerradas.

Vuestra Humilde Narradora se queda atrás, solitaria

y, desde su lugar, puede ver lo que pasa.

Al abrirse las puertas, todos juntos y en manada,

quisieron entrar y se atascaron en la entrada,

y allí se quedaron (se lo juro por mi mama)

hasta que, por su propia fuerza, la libertad recobraban

y, al fin, cada uno en un asiento se sentaba.


VariacionesWhere stories live. Discover now