Capítulo 11: Encontrar el lugar correcto con la orientación de Zoro Roronoa.

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Cuando fui a ver a Dani estaba enfadada, me hacía la valiente y actuaba como si todo me diera igual. Pura fachada. Nada me daba igual. Estaba triste y dolida. Asustada y con el corazón en la boca.

Los meses que vinieron después fueron duros. Como ya te he dicho él fue el declive. Mi relación con Ana se estrechó, empecé a tomar malas decisiones y me focalicé en hacerme daño. Porque me lo merecía. Porque si no había conseguido que un buen chico me quisiera significaba que nadie más iba a hacerlo. Ni yo misma. ¿Tremendista, yo? Para nada. Soy la reina del positivismo.

El reloj permanecía en silencio, y en mi cabeza había tanto ruido que parecía que me iba a estallar. Me decía una y otra vez que fui una pérdida de tiempo para Dani, que por eso me dejó. Porque conmigo no podía disfrutar realmente la vida. Pero sabía que lo que estaba pensando era mentira, ¿si no por qué iba a estar mandándome mensajes para que lo perdonara diez años después?

"Si te apetece quedar con alguien, no dudes en llamarme. Me encantaría verte, disculparme por todo el daño que te hice y arreglar lo nuestro" tuvo los cojonazos de escribirme después de que lo mío con Alex terminara.

No le respondí, lo dejé en visto por no rebajarme y cantarle las cuarenta. Ganas no me faltaron. Confieso que más de una noche he estado escribiendo y borrando en su chat de Instagram.

"Tienes demasiado tiempo libre. Mejor vete de fiesta y aprovecha tu vida al máximo" mensaje borrado.

"Que te perdone Dios yo no lo voy a hacer."

El cachondeo de aquella noche con Lidia y la canción de Ella y yo de Don Omar y Aventura casi me hacen darle a enviar. Menos mal que Toni es la voz de la cordura.

"Si me apetece quedar con alguien te aseguro que ese alguien no vas a ser tú. Si lo que quieres es verme, tengo unas cincuenta fotos en mi perfil. No soy cura ni tengo un confesionario para expiarte los pecados. Si quieres arreglar algo, yo no soy un tutorial de YouTube", aquella noche estaba inspiraba, pero borré el mensaje al día siguiente porque me dio vergüencita ajena haber escrito eso.

—Daniela. —Ignoré al recuerdo.

Quería llegar a la conclusión de este viaje solita, sin ella apretándome las tuercas. Dejé el reloj en la mesita de noche y caminé por la habitación con las manos cruzadas a la altura de los lumbares. Dani no se veía queriéndome, ¿y yo? ¿Me veía queriéndolo? Para ser justos cuando pronunció la palabra querer me sorprendió un poco. Me estaba dejando llevar y no estaba pensando en qué sentía o dejaba de sentir cuando estaba con él. Es cierto que aquella noche lloré en mi habitación, pero no estoy segura de si lo hice porque tenía el corazón roto o porque estaba decepcionada. Siendo sincera conmigo misma, estaba más prendada de la forma en que me trataba que de él. ¿Me entiendes? Intentaré explicarme mejor. Me imaginaba vestida de blanco y él esperándome al final del camino de pétalos por cómo me sentía con él más que por ser él. Creo que lo he empeorado. En fin, espero que sí me entiendas.

Detuve la marcha en mitad de la habitación, miré la foto de mis amigos y caí en la cuenta de que, como a Raúl, tampoco conocía a Dani. Sí, sabía lo básico de él y su familia, sin embargo, desconocía y desconozco qué es lo que realmente le apasiona en la vida. Sus inquietudes, cómo se ve en el futuro y qué espera conseguir. No me paré a conocerlo en profundidad, tan solo rasqué un poco la superficie y no es que fuera nada del otro mundo. ¿Fue eso lo que le pasó a él conmigo, también? Entonces, ¿por qué aparecer años después? Si no se veía queriéndome es que su lugar no estaba conmigo. Ni mi lugar. Ni nuestro lugar.

—No era el lugar —dije en voz alta—. No era la persona.

Abracé tan fuerte la idea de tener, por fin, algo con alguien que me trataba como realmente esperaba que alguien lo hiciera que olvidé que el con quién también es importante. El con quién es el verdadero hogar, y desconocía a Dani en todos los sentidos.

—El lugar correcto, la persona correcta, me debería valorar sin dudas. Porque si dudas, ahí no es.

—¿Segura? —pregunta el recuerdo con retintín.

Claro que no estaba segura, pero aun así respondí:

—Sí. —Señalé la foto con ímpetu—. No tengo la menor duda de que a Toni y Lidia los quiero para siempre en mi vida.

—¿Entonces por qué te enfadaste con Dani? Si no te valoran, si dudan sobre si realmente te quieren o no, significa que estás en el lugar equivocado.

Me enfadé porque me molestaba que no fuera el correcto, pero eso no lo dije en voz alta. Me enfadé porque estaba hasta el coño, hablando en plata, de equivocarme siempre con los tíos. Y, sí, lo sé. No es que todos los tíos sean iguales, es que me fijo en todos los tontos del culo. Y así me iba.

—Claro, eso es muy fácil de decir cuando eres un recuerdo atrapado en un reloj. Pero yo soy una persona real, una humana con la orientación de Zoro Roronoa.

—¿Quién es ese?

Que quién es ese dice. No me paré a explicárselo porque, ¿para qué? Seguro que la tía Rosa no metió en su IA nada que pudiera reconocer a One Piece.

—En fin —dijo al ver que no iba a recibir respuesta alguna—, sea quien sea, la orientación se gana con experiencias fructíferas y varapalos de la vida.

¿Experiencias fructíferas y varapalos de la vida? Vamos a ver, que la vida me deje tranquila, que deje de intentar que aprenda de mis errores y evolucione. Era mala alumna en primaria y no mejoré en absoluto en la ESO. Que la piedra de mi camino y yo somos tan íntimas que, al vernos, nos abrazamos y nos decimos cuánto nos echamos de menos aunque hayamos pasado tres días sin vernos. Soy así, corta de miras. Masoquista. Vida, stop. Mis bucles, mi piedra y yo estamos demasiado unidos como para soltarnos y dejarnos ir así, de buenas a primeras. Con lo que me ha costado hacerme con el pase VIP y abrazar sin cortarme con las esquinas. Es broma, perdón. No sé dónde empezar y terminar una broma sin parecer una frívola de mierda. En realidad, le agradezco mucho a la vida y a mi tía este regalo, esta oportunidad, a modo de reloj para encauzar mi camino y mejorar mi orientación.

—Menudo planazo. —Fue lo único que supe decir al dejarme caer sobre el colchón.

En la tercera frase de esta historia dije que jamás había estado enamorada, y fue en este punto cuando me di cuenta de lo equivocada que estaba. Claro que he experimentado esa sensación de enamoramiento. Estoy enamorada de Lidia, de la tía abuela Rosa, de Toni y de mi madre. Quizá no de manera romántica. O quizás sí y no supe verlo hasta entonces. Esas historias de amor con las personas que más me importan han sido capaces de salvarme, hasta de mí misma. Mi amistad con Lidia me abrazó cuando sentía que nadie ajeno a mi familia lo haría. La tía Rosa estaba ahí para enseñarme que sí que había alguien que me entendía. Mamá me enseñó lo que no quería para mí en un futuro, aunque fuera a las malas. Incluso mi señor padre me mostró que los lazos sanguíneos no sirven para nada sin una buena base de amor. Toni es la excepción que confirma la regla de los chicos que he puesto en mi radar. La muestra en la probabilidad de que no todos los hombres son iguales. También lo es la forma en que me mira y cuida de mí, a veces, desde lo lejos. Sin entrometerse demasiado para no agobiarme y siempre estando ahí para hacerme reír. Ellos me han dado su amor. Ellos son mi lugar correcto. En ese momento, tras el cuarto viaje, me planteé la posibilidad de estar más ciega de lo que creía. ¿Sabes por qué? Es que te vas a tirar de los pelos o vas a querer tirar de los míos porque tú lo has sabido ver antes que yo. Tienes mi permiso para hacerlo. Me lo merezco por bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda, como diría Shakira. Porque vi que a Toni no lo trataba de la misma manera que a Lidia. Que nuestras conversaciones, miradas y complicidad distaban mucho de lo que denominamos confidente y apoyo. Que el amor que a él le procesaba sí que tenía que ver un poco con el romántico. Así, pensando un poco en frío o, quién sabe, con el corazón bastante calentito.

Negué con la cabeza para apartar esos pensamientos. Es Toni, por Dios, no puedo pensar de él de esa manera. ¿No puedo, de verdad?

—Pasado, presente y futuro; en cualquier tiempo se conjuga y encuentra el amor —dije tan rápido que casi me atraganto con mi propia saliva y me trabo como lo hizo Harry en su primer viaje con polvos flu.

Callejón Digón.

Un viaje al centro de mis latidos ©Where stories live. Discover now