Uno

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...

Después

Celeste era alguien que se convirtió en nadie cuando lo perdió todo. Al menos eso era lo que siempre repetía en sus momentos de nostalgia y vulnerabilidad. Aquellos recuerdos eran los que siempre llegaban a la mente de Thiago cada vez que rememoraba aquella joven, incluso podía revivir esos instantes a su lado, podía cerrar los ojos e imaginar que ella se encontraba justo allí, a su lado. Sus ojos se pondrían acuosos, demostrando aquel dolor que jamás la había abandonado, apoyaría la cabeza en su tenso hombro, aferrándose a él como si en realidad lo necesitara, y posteriormente suspiraría de forma errática, permitiendo escapar un par de lágrimas antes de huir.

Había ocurrido cientos de veces, y en cada una de ellas, él no hizo nada al respecto. Se quedó allí como un maldito idiota, solo diciéndole que todo estaría bien, como si eso fuese suficiente para desaparecer su dolor.

Como si eso fuese suficiente para desaparecer su ira.

Pero no era su ira la que debía desaparecer, ni su dolor, según Celeste, aquella chica hermosa e incomprensible, aseguraba que los que debían desaparecer eran ellos.

Ellos. Ellos. Ellos.

—¿Crees que Celeste estaba diciendo la verdad, T? —preguntó la enfermera una noche, ofreciéndole una sonrisa casi dolorosa, era como si sintiese lástima por él, y Thiago no soportaba que los demás sintiesen lástima por él. Estaba cansado de eso.

—Siempre he confiado en ella —contestó, con voz áspera—, pero ahora todo es demasiado confuso.

Cerró los ojos por un momento, la punzada en su cabeza haciendo acto de presencia.

—¿Cómo la conociste? —Volvió a hablar la mujer, luego de varios minutos en silencio—. Sé que fue hace mucho tiempo, pero estoy segura de que aún la recuerdas.

Una discreta sonrisa se asomó en los labios de Thiago. Por supuesto que la recordaba. Celeste era una de las personas más importantes en su vida, la primera chica que lo aceptó sin miramientos, la única chica que tomó lo poco que él podía ofrecerle y, aún así, sonrió como si él fuese lo mejor del mundo.

Recordaba su sonrisa al escuchar aquellos versos que le había susurrado en su oído, las palabras que contenían sus canciones, cuyas rimas describían perfectamente sus sentimientos por ella.

Por primera vez en años, Thiago se dejó llevar por la emoción, regresando al pasado y rememorando tiempos que posiblemente jamás volverían.

Entre Versos y Lágrimas ©Where stories live. Discover now