Capitulo 6, Parte 4

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CUANDO DESPERTÓ A LA MAÑANA SIGUIENTE, un pequeño mensaje resplandecía en su bola tobama, una esfera pequeña de cristal que mostraba avisos y también, como en aquel caso, mensajes de voz de magos. Ciardis bostezó, alzó la mano y tocó la esfera resplandeciente colocada al lado de su cama. Como sabía que podría oír el mensaje incluso desde el otro lado de la habitación, se acercó tambaleante al armario y sacó un vestido sencillo para ponérselo. La voz de Damias llegó hasta ella.

—Ciardis, ponte pantalones y una túnica... y trae café.

Parecía irritado. La chica sonrió. Si había alguien que tuviera un despertar peor que el suyo, ese debía ser Damias. Descartó el vestido que acababa de sacar, tocó el timbre de las cocinas y pidió que llevaran una bandeja de café a su habitación. Mientras intentaba meterse la túnica por la cabeza, se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde se suponía que sería la reunión. Entonces llamaron a la puerta.

—Adelante —dijo Ciardis, que ya se estaba atando los cordones de las anchas mangas.

Terris asomó la cabeza en la habitación y corrió a ayudarla. Cuando hubieron terminado con los cordones, dijo:

—Las dos tenemos la entrevista juntas.

Ciardis la miró sorprendida. Terris soltó una risita, pues sabía a qué se debía la sorpresa de su amiga.

—Lo sé, ¿vale? ¿Vera y Serena en la misma habitación? Será algo digno de verse.

Ciardis alzó los ojos al cielo.

—Creo que es algo que yo preferiría no tener que ver. Tú también estabas presente cuando tuvieron aquella pelea a gritos en el ensayo del baile.

Terris se estremeció.

—¡Y pensar que a las reclutas no dejan de advertirnos que no dejemos en evidencia a nuestras patrocinadoras! Deberían ser ellas las advertidas. Con suerte, esta vez será menos... público.

—No sé —murmuró Ciardis. Tomó algunos libros—. Creo que la última pelea la oyó toda la manzana.

En aquel momento llamaron de nuevo a la puerta, esa vez con una campanilla, lo que indicaba que eran empleados de la casa. Terris fue a abrir y Ciardis la siguió. Llegaba ya el café. Ciardis le quitó la garrafa a la chica que lo llevaba, le dio las gracias y la chica le hizo una pequeña reverencia.

—Espero que sepas dónde va a tener lugar la entrevista —dijo Ciardis a su amiga.

—Sí —respondió Terris.

Tomó la fruta y una cesta de pan que llevaba una segunda doncella y las dos amigas subieron deprisa unas escaleras. Ciardis sonrió cuando se dio cuenta de que iban a entrar en la torre. La parte superior de esta era un hermoso atrio con ventanas de cristal que se abrían en todos los lados al aire fresco del mar. Se alegraba de que la reunión tuviera lugar allí porque odiaba estar encerrada en habitaciones calientes y sin ventanas.

Cuando llegaron, vieron que todavía no había nadie más. A Ciardis no le sorprendió. Damias probablemente le había puesto el mensaje desde su habitación.

Terris y ella se dedicaron a colocar la fruta, las mermeladas, el pan y el café que llevaban. Para alivio suyo, unos minutos más tarde llegaron Serena, Damias y dos mujeres más. Cuando todos estuvieron sentados en torno a la mesa redonda en el centro de la estancia, Damias tomó de un trago la mitad de su taza de café y carraspeó.

—Ciardis, permíteme presentarte a lady Vera, la patrocinadora de Terris, y a Mary Windstorm, la instructora de Terris.

Ciardis hizo una inclinación de cabeza, al tiempo que intentaba tragar un pedacito de pan que tenía atascado en la garganta. Terris le pasó discretamente un vaso de agua antes de que empezara a atragantarse y Damias tuvo el buen sentido de pasar a otra cosa.

—Terris, soy Damias Firelancer, el instructor de Ciardis. Esta es lady Serena, su patrocinadora.

Terris asintió. Ciardis por fin había conseguido controlarse, aunque no sin que antes la fulminara Serena con la mirada. Terris, sentada a su lado, le dio un golpe en el pie debajo de la mesa para solidarizarse con ella.

—Bien —comentó Vera con lentitud—. Es un placer conocerte por fin, Ciardis. La primera Weathervane en ser elegida en décadas. ¡Qué... especial!

Ciardis, que captó su tono de desdén, le ofreció una sonrisa tensa.

Serena alzó su vaso.

—Por nuestras chicas.

Damias, Vera y Mary completaron el brindis con distintos grados de entusiasmo.

Media hora después, Ciardis se sentía desgraciada. Las disputas habían empezado desde el momento en que había terminado el brindis. La chica había confiado en que el proceso de la entrevista empezara de inmediato, pero las patrocinadoras y los instructores se habían dedicado a desayunar con calma y conversar tranquilamente, aunque la parte amable de la conversación había terminado cuando Serena había hecho un comentario desafortunado cobre el cabello mal teñido de Vera.

En cierto momento, Mary había tenido que llegar a sujetar a Vera para que no abofeteara a Serena después de un insulto y Damias parecía que tuviera jaqueca. Un rato después pareció decidir que ya no podía más y golpeó su vaso de agua con un tenedor para poner fin a los insultos entre las dos patrocinadoras.

—Sigamos con esto —gruñó.

—Muy bien —dijo lady Vera. Carraspeó—. Como todos sabemos, las chicas Chimaera son famosas por su habilidad para comunicarse con otras especies.

—¿Solo las chicas? —le susurró Ciardis a Terris. Después de todo, las dos patrocinadoras no les prestaban ni la más mínima atención.

—Los chicos pueden adoptar la forma de cualquiera animal, mágico o mundano —le contestó Terris con otro susurro.

—Vera —dijo Damias con tono de advertencia, cuando notó que Serena y ella se miraban de hito en hito.

—Razón por la cual —se apresuró a continuar Vera, apartando la mirada de su enemiga— estamos aquí, no para hablar de vuestro ascenso al nivel de aprendizas, sino para los preparativos para vuestra Caza del Padrino y el futuro uso de vuestros talentos mágicos durante dicha caza.

—Sí —intervino Serena, seguramente decidida a que Vera no tuviera la palabra durante tanto tiempo—. Como le dije a Ciardis cuando llegó, su extraordinario talento implica que se le otorgará automáticamente el estatus de aprendiza.

Damias miró a Mary y le hizo una seña con la cabeza para indicarle que tenía ella la palabra.

Mary sonrió y miró a las chicas.

—Puesto que las dos habéis sido ya aceptadas como aprendizas, ahora nos gustaría hablar de vuestros candidatos a padrinos.

Tanto Ciardis como Terris se enderezaron en la silla al oírla. Aquello, definitivamente, sí era nuevo.



Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Where stories live. Discover now