Capitulo 8 Parte 4

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HORAS DESPUÉS, CIARDIS despertó sobre el frío suelo de piedra.

Lanzó un gemido al sentir dolor de cabeza. Alzó los dedos con cautela y tocó un chorro de líquido que bajaba por la curva de la mejilla. Se acercó los dedos a los ojos y vio horrorizada que se trataba de sangre. Siguió el rastro hasta el lóbulo de la oreja. Había sangrado por allí.

Cuando se levantó vacilante, se sintió... viva. Todo su cuerpo vibraba de energía. Podía incluso ver rayos de luz azul golpeando las paredes a todo alrededor.

Enfrente de ella apareció un portal, o, mejor dicho, desapareció un trozo de la pared delineado en blanco. Al otro lado de ese portal había una cama de cuatro columnas en una habitación pequeña.

Cuando se acercaba tambaleante a la cama, vio en un rincón una palangana con agua en un pedestal y un bulto en la cama. Hizo una mueca. Sus ojos le gastaban bromas. Seguía viendo reflejos de luz brillante por el rabillo del ojo y, siempre que miraba directamente a un objeto, este resplandecía de poder.

Brillaba incluso la porcelana blanca de la palangana. No estaba segura de querer meter las manos en el agua, pero su disgusto por la sangre que caía por su cara ganó la batalla. Cuando se secaba la cara con la toalla, vio que el agua ensangrentada de la palangana se aclaraba por arte de magia y aparecía un agua fresca que no contenía ni una gota de rojo que manchara su superficie. Pensó que aquello podía ser muy práctico.

Se acercó a la cama y tomó una nota que había al lado de un bulto envuelto en tela.

"La primera experiencia con poderes mágicos nuevos puede ser perturbadora. Durante unas horas, verás los conjuros mágicos que hay atados a todos los objetos y personas que te rodean. La sensación desaparecerá pronto.

Que descanses bien y bienvenida a tus poderes

El Consejo de Compañeros".

Ciardis dejó la nota a un lado y se volvió hacia el bulto envuelto en tela. Dentro encontró un brazalete de tobillo de oro. Lo tomó con cuidado. El brazalete, con sus eslabones intricados y sus delicadas gemas de piedras de luna y zafiros, probablemente valía más de lo que ganaría ella en un año después de firmar su contrato. Al lado del brazalete había otra nota.

"Ciardis, esto es un regalo de uno de tus Padrinos en potencia por una transición exitosa. ¡Tu primer regalo! Dale la importancia debida. —Serena.

Entonces desapareció la caligrafía de Serena y apareció otra por arte de magia.

"Tienes en la mano un brazalete de piedras de luna y zafiros. Te permitirá transferir tu mente y tu cuerpo a la Esfera del Éter que hay entre el mundo físico y los cielos. Espero que tu viaje sea justo".

"Corrección", pensó Ciardis. "Vale más de diez veces lo que ganaré en mi mejor año. Cualquier joya que tenga conexión con la Esfera del Éter lo vale. Sabía por las biografías de sus padrinos que dos de ellos tenían medios para comprar como si tal cosa una joya así para una desconocida, otros dos tenían la habilidad mágica de crear un brazalete así y uno tenía tanto los medios como la habilidad para hacerlo él mismo. Se preguntó quién de ellos le habría hecho el regalo. ¿El vizconde triunfador o el general?

Se sentó y pensó en la Esfera del Éter. No era un reino de verdad, en el sentido del reino de los dioses. Era meramente un plano de la existencia al que solo podían acceder magos. Se decía que era un campo de batalla de juegos mágicos y misterios sin contar. Ciardis resopló con desdén. Ya tenía suficiente misterio con elegir un padrino con el que pasaría el resto de su vida. No necesitaba añadir también juegos mágicos.

Pero, por otra parte, el hombre que fuera había pagado una suma considerable, en magia o en monedas, para darle aquel brazalete. "Aunque también podría ser la Princesa Heredera Marissa", pensó con desmayo. En principio, no tenía problemas con las mujeres, simplemente no sabía cómo cortejar a una. "¿Quizá solo busque una relación platónica?".

Fuera como fuera, la persona del regalo esperaría que ella lo recibiera como era debido y le diera las gracias. Y solo había un modo de hacerlo. Sabía que se consideraría un insulto personal al padrino que no se pusiera el brazalete y se reuniera con esa persona o con su representante en el Éter. Al fin se encogió de hombros y pensó con sarcasmo: "Algunas personas llevan a su chica a un crucero por el río. La nobleza de Sandrin te lleva en viajes potencialmente peligrosos a una esfera invisible".

Se estremeció. No era tonta. Sabía que el brazalete tenía una parte negativa. Aunque las gemas eran hermosas, no podía controlarlas. La llevarían a un lugar programado y, si estaban programadas para ello, la volverían a depositar allí después de cierto tiempo. No le gustaba meterse en algo desconocido, pero en ese caso tenía que hacerlo. Serena así lo había indicado al darle la joya. El brazalete del Éter había sido aceptado por el Gremio de Compañeros y sería tratado con respeto como un recuerdo apreciado. Ciardis lo tomó, se sentó en la cama, se subió el vestido y se puso el brazalete en el tobillo.

Por un momento no pasó nada. Después se vio de nuevo sumida en la oscuridad.


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⏰ Última actualización: Sep 13, 2015 ⏰

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Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora