Su Mirada: Casi Perfecta

153 24 12
                                    

Caminamos cada uno en su mundo. Trato de no mirarlo, pero siento cada dos segundos su mirada puesta en mí. Me incomoda un poco, por no decir mucho. Realmente se está tornando insoportable el silencio. No estoy acostumbrada a estar con un absoluto desconocido, ir caminando por la calle y no hablar absolutamente de nada. A él, sin embargo, se lo ve bastante tranquilo. Siento mis manos temblar levemente y hasta un poco de sudor. Todavía sigo sin entender porqué carajos acepte venir. Es que soy idiota o algo así. ¿Y éste hombre? ¿Qué acaso no puede hablar o le comieron la lengua los ratones? ¿Para qué me invito a tomar un café si no vamos a hablar de nada? <¿Y de qué van a hablar si no se conocen?> se burla mi cabeza.

-Joaquín. -interrumpe mis pensamientos buscando mi atención.- Mi nombre es Joaquín.

- Ohh - estaba tan abstraída que me quedé en estado de lela.

Ok, tengo que calmarme. No sé por qué motivo, pero el barbudo de mi lado está sacando lo peor de mí desde el momento uno. Quizas sea porque irrumpió mi tranquilidad, pero de todas formas no me hizo nada grave como para estar con este humor de perros. Le voy a dar un poco de crédito...

-Yo, ehh... Giselle.

Su mirada naturalmente intensa se muestra un poco divertida, pero el resto de su cara es como de hierro, no muestra ningun tipo de emoción. Me perturba un poco.

-¿No hablas mucho o es porque estás conmigo?

Me permito mirarlo con la boca abierta. Wow. Que directo.

-No te conozco de nada. Me resulta un poco extraño.- digo encogiendome de hombros.

Él asiente con la cabeza y por la cara que tiene parece, al igual que yo, estar pensando un millón de cosas por dentro. Me rio para mis adentros. Estamos como en esa situación que te preguntan que te pasa y vos decís "nada" pero pasa de todo...

Finalmente llegamos al bar. Un lugar bastante moderno pero sin llegar a ser de categoría. El tal Joaquín tira de la puerta y me cede el paso. Trato de hacer una sonrisa de agradecimiento, pero me sale una mueca. Dios, ¿puedo ser más antipatica? No entiendo que pasa conmigo, yo no soy así. Algo en él me lleva a estar malhumorada, antipática y hasta a la defensiva. Está por moverme la silla de una de las mesas del medio, pero me adelanto y me siento en un que está contra la calle. Por algun motivo no quiero que se acerque. Suspira apenas audiblemente y se sienta frente a mí.

Un mozo se acerca y nos saluda alegremente. Automaticamente mi humor cambia y le sonrío a la par que nos ofrece las cartas. Sólo ese gesto hizo que me sienta más comoda. No es como si el hombre que tengo frente a mí sea de lo más simpatico. Es más bien... ¿Cómo decirlo? Bueno una mezcla entre viejo de 80 años y cariculico. Se me escapa una leve carcajada, casi imperceptible, solo un gesto diría, pero él la escucho. Mierda. Me mira inquisitivo, pero decido hacerme la estupida.

-Yo solo pediré un café. ¿Ya tienes pensado que pedir?

Hasta el momento estaba jugando con la carta entre mis manos fingiendo que leía. Un acto inconsciente, calculo. Así que leo muy por encima y elijo un torpedo de jamon y queso. En la parte de cafetería no me detengo demasiado, tan simple como chequear que tengan lágrima y listo.

-Una lágrima grande con un torpedo

Hace una pregunta silenciosa con su cara <¿De verdad?> ¡Por supuesto que de verdad! Asiento intentando imitar su cara. Tampoco es para tanto ¿No? Le hace una seña al mozo para que vuelva y le dice nuestro pedido. Él, como me dijo, sólo pide un café.

-Así que Giselle, ¿No?- murmura clavandome sus ojos claros.

Son demasiado intensos. Bonitos, tal vez; pero intensos, muy intensos. No estoy segura de que me intimiden, creería que la palabra exacta es perturbar. Sí, eso es, sus ojos sin duda me perturban.

El Lado Oscuro del Amor - CASI PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora