Puerta de Ingreso al Abismo

18 2 0
                                    

Abro los ojos lentamente encontrandome en la oscuridad.
No es oscuridad absoluta. Más bien detecto que estoy en un departamento con las ventanas cerradas. Puedo distinguir uno que otro mueble.

Me siento vacia y sin vida. Como cuando te pasan las peores cosas de tu vida y al otro día cuando te despertas deseas que todo sea mentira. Un sueño o una vida paralela producto de nuestra imaginación.
Sé que éste no es el caso.
No estoy segura de querer levantarme y ver qué pasará. Tampoco quiero quedar al margen.
Repaso lo sucedido para juntar coraje en caso de tener que defenderme, y de a poco me atrevo a inspeccionar más el lugar.
Mis ojos ya se acostumbraron a la escasa iluminación y noto que estoy acostada en un sillón de living.
Para mi sorpresa no estoy maniatada ni amordazada.

Al departamento solo ingresan unos pocos rayos de luz a travez de una enorme persiana americana que ocupa practicamente toda una pared.
Miro a todas partes a medida que me levanto procurando no hacer el menor ruido.
No tengo idea a donde está el pirado que me trajo, pero está confirmadísimo que no me puedo fiar de él.
Inmeditamente localizo la que supongo es la puerta de entrada y comienzo a analizar mis posibilidades:
1) Puedo ir corriendo, abrir la puerta e irme como si nada; pero vamos! El tipo no es tonto de dejarme suelta y con la puerta abierta.
2) Intentar lo mismo que en la primera opción, pero sin hacer ruido.
3) Buscar algun tipo de arma con lo que defenderme en caso de que se aparezca.
4) Chequear otra via de escape por si acaso...

A toda prisa me hago con mis últimas opciones.
Imagino que detrás de la persiana debe haber un gran ventanal. Lo que no sé es si estamos todavía en la cuidad, o siquiera en el mismo país.
Solo de pensar en eso el nudo que estaba omitiendo en mi garganta vuelve a hacer su aparición.

<Dios, ayudame a escapar de acá sana y salva>.

El lugar forma una "L". Es un solo ambiente que hace de sala y comedor al mismo tiempo. Es bastante amplio. También hay una barra desayunadora que hace una pequeña separación con el ambiente de la cocina.
Me dirijo hacía allí con el fin de hacerme con una cuchilla o algo.

<Del barbudo ni rastros...>

Con éste pensamiento en mente sigo rebuscando entre los cajones hasta que encuentro una cuchilla que me deja lo suficientemente satisfecha en cuanto a arma.
Mi mundo se viene abajo cuando siento a alguien ingresando a la cocina y acercandose a mi.
No lo pienso mucho y me doy vuelta con mi arma en mano dispuesta a atacar. Tengo la respiración agitada, las manos temblorosas y, aunque no me había dado cuenta, también estoy llorando.
Me llevo una enorme sorpresa cuando al darme vuelta (cual loca que imagina cosas), me encuentro sola con mi ataque de nervios apuntando al vacio.
Miro a todos lados aterrada. No. No puede ser mi imaginación. Hubiera jurado que escuche y sentí a alguien entrar.
Estoy igual que en una pelicula de terror con la cuchilla apuntando adelante con mis manos temblosoras.
El horrrible y desalentador pensamiento que las victimas nunca salen ganando, no hace más que aumentar el nudo de mi garganta y los temblores.
Siento como si alguien estuviese jugando con mi cordura para ver cuánto aguanto...
Salgo de la cocina y registro con la mirada que no haya nadie. Voy rápidamente a la puerta de entrada y por lógica, cuando la intento abrir, está cerrada.
Por inercia busco en los lugares donde se suelen tener llaves de repuesto y para mi sorpresa hay unas. No tengo idea si corresponderán con esta puerta, pero tengo que intetarlo...
Justo en el momento que voy a tomar las llaves del cuenco que está sobre un modular dos cosas llaman mi atención: la primera es que el cuenco cayo al piso provocando un gran estruendo, no obstante estoy convencida de que no lo toqué. De hecho es lo bastante pesado como para que se caiga con la poca presión que ejercí.
Y la segunda es que cuando el cuenco cayo percibí un movimiento a unos metros de mí, pero esta vez completamente real y vivificado.
Aunque el detalle que más llama mi atención fue la forma de reaccionar del barbudo...
En el momento justo en que el cuenco se cae él se lleva las manos a la cara cubriendosela.
Está hecho un bollo en el piso en un rincón.
Es indudable que vió cada uno de mis movimientos desde su posición.
Sin embargo en estos momentos no tiene la pinta de alguien que está siendo un secuestrador.
Y no soy fácil de convencer, solo tengo en cuenta que si me hubiese querido atacar o retener ya lo habría hecho.
Decido que me importa tres pepinos y observo por última vez la imagen abatida de Joaquín que no descubre su rostro ni una vez ni hace amago de moverse siquiera.
Pongo la llave en el cerrojo y oigo el clic que me indica que la puerta ha sido abierta...
Abro la puerta y una oleada de alivio me invade hasta la última parte de mi ser.
El barbudo ya no mira lo que estoy haciendo y me muero de curiosidad por saber que pasa por su mente en estos momentos.
Me quedo parada inmovil frente a la puerta como debatiendo qué hacer. Cuando lo único que debería hacer es correr a kilometros de acá. Lejos de él.

-¿Porqué no me seguís después de todo lo que hiciste?

Mi voz más apagada de lo que esperaba rompe el silencio rotundo.
Mis palabras suenan y se van de la misma forma en que llegaron, y de no ser porque tengo la certeza de que las dije juraría que jamás fueron pronunciadas.
No he vuelto a mirar a su lugar. Todo lo que sé de sus movimientos fue porque lo seguí de reojo.
Nada. Vuelvo a no sentir nada. Pero está vez es una nada diferente. Una nada más vacia que la anterior. Una nada que se desprende del ambiente y me muestra vacio, silencio, soledad y sufrimiento.
Estoy loca, está confirmado. Nadie sentiría ni una pizca de pena ni empatía por alguien tan raro y peligroso como el barbudo.
Desde el momento en que nos cruzamos supe que algo no estaba bien con él, pero ¿qué es?
¿qué quiere de mí? ¿porqué me está dejando escapar? ¿porqué desde que lo conozco me suceden cosas extrañas? Como lo del cuenco, recién. O el hecho de sentir que me siguen siempre que él está cerca. Estoy segura que todo eso tiene que ver con él. Nunca antes me habían pasado cosas así...

Volteo mi cabeza para mirarlo y está en la misma posición.
Me cuestiono si habrá escuchado mi pregunta.
Me quedo observandolo unos minutos desde mi lugar.
En ningun momento se mueve e incluso pareciera que no respira de tan inmovil que se encuentra.

Un aire helado entra por la puerta entreabierta insinuandome que es mi oportunidad de escapar.
Lo ignoro y con una inhalación centro mi atención de vuelta en el hombre desgarbado y sin vida que se haya a solo unos metros.
Temo que si me acerco, cuando llegue hasta él, me ataque cual monstruo de pelicula.
Si fuese otra la situación me reiría de mí misma.

<¡¡¡Tarada!!!>

Me acerco lentamente y sin dejar el cuchillo. Supongo que se podría decir que no voy todo lo en guardia que debería, pero tengo un ataque de valentía al verlo tan vulnerable.
De todos modos soy cautelosa.

A medida que me acerco logro escuchar los pequeños sonidos que emite. No llegan a ser palabras ni quejidos, ni nada de eso. Es como una respuesta natural del cuerpo.
Cuanto más cerca estoy más señales de vida da. Son pequeños movimientos y sonidos torturados.
Estoy muy asustada, pero mi nuevo objetivo es saber qué está pasando. Y si para eso debo pasar por esta mierda...
El fuerte sonido de la puerta azotandose hace que levante mi arma, y no estoy segura si por el estruendo o por mi, pero Joaquín se abraza más a si mismo y se pega más contra el mueble y la pared. Es como si se alejara de mi, pero no sabría decirlo.
Y en caso de ser así: ¿porqué?
Y estoy ignorando el hecho que después de que la puerta se azoto siento que tocan mi cuerpo. No es sexual. Son como millones de manos reclamandome.
Soy un mar de lágrimas. Esto es sin dudas lo peor que me ha pasado en la vida.

<Padre nuestro que estás en el cielo...>

No he pronunciado palabra. Rezo para mis adentros, pero daría un millón de pesos a que Joaquín me escucho o lo sintió; porque levanta la cabeza de donde la tenía y fija sus perturbadores ojos en mí. Su mirada por el contrario de lo que imaginaba no es de loco ni de asesino sino de terror. Él está tanto o más asustado que yo.

<.... Santificado sea tu nombre...>

Psicologico o no, desde que empece a rezar todo se redujo a él y yo. Escucho ruidos de fondo de cosas que se caen, sin embargo me siento fuerte. Determinada.
Él se lleva las manos a los oídos claramente torturado.
¿Qué lo tortura? ¿que rece?

Finalmente llego a su altura y no me equivoqué. Sigue igual o más vulnerable y no tiene ningun tipo de intención en atacarme.
Ahora los roles se invirtieron y la fuerte soy yo.
Estoy parada frente a él aún con la cuchilla en la mano. Temo que si la suelto y me agacho a su lado me agarre de los pelos o algo así.
Tiene los ojos cerrados y sus manos van de su cabeza a sus oídos en un acto nervioso. Hace todo lo posible para ocultar su rostro de mí.
Me pongo en cunclillas a su altura y revelo mi intención de tocarlo, no obstante él pareciera querer huir de mi tacto.
Creo que está llorando. Admito que se me encoge el corazón cuando pienso en el chico fuerte.
No importa lo que me haya hecho. Soy enteramente consciente que esto escapa del entendimiento humano. Y que nadie va a creer todo esto de no haberlo vivido.
No tengo alma para dejarlo solo.
Tengo más preguntas que respuestas, y mucha desconfianza en la mochila, pero todo mi ser y todos mis instintos me traen acá, junto a él.
Hay pase gratis en la puerta del infierno y sospecho que soy la invitada de honor...

-----------------------------------------------
Perdón por el super retraso😯
Acá les dejo un nuevo capítulo😀😀
Espero que les guste y disfruten!!!

Les superrr agradecería que me dejaran su votito y comentario👍❤

Millones de besos!!!😘

El Lado Oscuro del Amor - CASI PERFECTOWhere stories live. Discover now