Casi Casualidad

51 5 1
                                    


-No tengo ni idea donde estamos. Esto es culpa tuya. Si nos hubiesemos quedado en mi casa tomando mates esto no hubiera sucedido. ¿Acaso pasan taxis por acá?

Juro que si la tal Paula no se calla dentro de cinco segundos mi puño se va a estampar en su cara. ¿Qué le pasa? ¿Es que nunca vivió una pelea en su vida, o tuvo que volverse a su casa a pie? Bueno, supongo que estamos demasiado lejos, pero de todos modos no es para hacer tanto escandalo y menos teniendo en cuenta que la sacamos barata. ¿Habrá terminado ya la pelea? Espero que estén todos bien. Bah, ¿a quién quiero mentirle? El único que me importa que esté bien es Esteban. ¡Mierda! Y justo hoy que todo parecia salir bien. Que parecia que nos iriamos juntos y la pasariamos bien. Malditos borrachos inmundos.

Ya caminamos unas cuatro cuadras desde el bar y la pesadita de la amiga de Ale no ha parado de quejarse todo el camino. Primero, que nuestros amigos eran unos salvajes, después, que no podía caminar tan rápido con sus tacones aguja; y ahora, tiene todo el ataque de histeria junto. No la soporto más y sospecho que Ale está en la misma que yo, solo que no le dice nada porque, en parte, la tilinga tiene razón.

Llegamos a la esquina y nos encontramos con una deshabitada estación de servicio. Medito durante unos segundos cuáles son nuestras posibilidades y me encuentro con la improbabilidad de encontrar un taxi, por lo menos, dentro de la próxima media hora; y con que estamos suficientemente lejos de casa como para volvernos caminando.

-Paren acá. Vamos a tomarnos un café... o algo más fuerte tal vez.-añado en un susurro.

-¿Qué? No, yo me quiero ir a casa. Vos y tus amigos pueden tener las costumbres que deseen tener, pero yo quiero volver a casa, en donde no hay -pone sus dedos al frente para enumerarme- olores raros, borrachos asquerosos, bebidas baratas ni ninguna de las porquerias que hubo en esta salida.

Miro a Ale tratando de contenerme para no matar a la estupida de su amiga. Ella desvía la mirada y sé que está abochornada por todo el papelos que está haciendo la estirada de cabellos castaños. Me da un poco de pena, pero ya tengo suficiente con no saber qué está pasando en el bar como para aguantar a una malcriada.

-Mirá, corazón. Si queres quedarte acá parada -y extiendo mis dedos delante de su cara como ella acaba de hacer- muriendote de frío esperando un taxi que, probablemente no pase; corriendo el riesgo de que cualquiera que pase piense que estás de servicio, y encima corriendo el riesgo de que te violen o vaya a saber Dios que otra cosa peor. ¡Quedate! Hace lo que quieras. Yo me voy adentro y voy a llamar un taxi con una dirección coherente a la cual no rechazen por no tomarla enserio.

Paula me mira completamente envenenada, no obstante la ignoro y me dirijo a Ale.

-¿Vos qué vas a hacer?

Sé que la estoy poniendo en una situación comprometedora, pero no me dejan otra opción y además no voy a estar divagando a las 4:45 de la madrugada por una avenida intransitada que ni siquiera conocemos y por lo que he escuchado no tiene la mejor reputación del mundo.

Maldigo para mis adentros el hecho de vivir tan alejada de la zona de bares. No es que en mi barrio no los haya, sin embargo son más bien como cantinas barriales, nada que ver con un boliche o algo así. Además también está el hecho que especialmente hoy, el bar que elijieron los chicos para ir fue el más alejado de todos, practicamente saliendo de la ciudad. Obviamente ninguno tuvo en cuenta que podían acabar todos en pedo y matandose a palos.

Ale suspira sonoramente y me sigue por detrás. Escucho unos quejidos, seguidos del sonido de toconeo de Paula. Dios dame paciencia, porque si me das fuerzas, la mato

Nos sentamos en los boxes que dispone la estación, aunque no son muchos. No es presisamente una estación muy grande. Solo tiene el sector de atención al público, dos hileras de boxes y afuera los cargadores de gasolina y los baños. Hay solamente dos empleados a la vista: uno está afuera en su propia garita y otro adentro escuchando la radio y bastante aburrido. Debe ser horrible tener este turno en su trabajo. Personalemente me dedico a lo que me gusta, pero si no lo hiciera y tendría que dedicarme a ser empleada o algo parecido, odiaría tener este turno de trabajo en un empleo tan aburrido. Digo, no es lo mismo trabajar a esta hora en un bar de copas que trabajar en una inhospita estación de servicio cerca de las 5 de la mañana.

El Lado Oscuro del Amor - CASI PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora