Capítulo cinco.

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Harry.   

No vi a Paulina por el resto del fin de semana. O se la pasaba fuera junto a sus amigos, o encerrada en su habitación. En cierto modo, creo que se arrepintió de lo que pasó entre nosotros. También creo que lo hizo a propósito, o se dio cuenta de lo que hicimos estaba mal.  

Sin embargo, no he dejado de pensar en ello.

Pero no la llevé hoy al colegio, supongo que habrá conseguido a alguien que la llevase o por autobús, o uno de los dos, porque sé que ella no caminaría.  Me evitaría, y si estuviéramos en la misma habitación se hubiera ido. Fue difícil para ella, pero no para mi ya que era lo que anhelaba. 

Estaba ansiosos por que sucediera algo entre nosotros de nuevo. De algún modo, estaba en la necesidad de caer en unos de sus pequeños juegos, y era más que evidente que amaba que jugara. Sabía que tenía unos días más antes de que Dawn volviera a casa y que entonces ambos estaríamos en aprietos.

Entré por la puerta, y dejé mis cosas sobre la mesa del vestíbulo como lo hago todas las tardes una vez que estoy en casa luego de volver del centro de salud agotado. Voy directamente hacia la cocina, y agarro una botella de vino, cansado de beber tanto whisky.

Me serví un vaso, y tomé algo de este antes de dirigirme hasta la sala de estar. Tengo un vaso extra por si me embriago y rompo el cristal, o por si Paulina decide unirse a mi, que es lo que más espero. 

Los fuertes tragos de vino continuaron cuando comencé a pensar en mi matrimonio. Si estoy tan aburrido e irritado con mi esposa, entonces ¿por qué me casé con ella? Ni siquiera yo lo sé. Dawn es una persona completamente diferente ahora que me he dado cuenta por primera vez. Es probable que haya llegado a ese pensamiento gracias a toda la bebida que consumí. 

El sexo para nosotros ni siquiera es tan bueno para mi, porque para ella parecía ser siempre satisfactorio por lo que nunca dije nada. He tenido mas diversión masturbándome viendo a Paulina, entonces si no me equivoco y realmente no quiero tener sexo con mi esposa, estoy en un problema.

Aunque me encante Dawn, no se que clase de amor tengo hacia ella. Es más como un amor de amistad, y por el tiempo en el que me consideraba su mejor amigo  le pedí que se casara conmigo. En realidad en este momento estaba pensando divorciarme de ella, no esta bien, ya que estamos casados hace solo dos meses.

Y Paulina, brincando simplemente por toda la casa solo en su uniforme escolar y su coleta de caballo. Su sonrisa, y obstinados modales desvaneciéndose de algún modo cuando estaba a mi alrededor. Siempre sonreía cuando estaba a mi alrededor, a menos que Dawn se incorporara a la conversación. 

Tenía las mejillas regordetas mas lindas que había visto, y curvas que solo yo podía soñar. La risa que escapa de sus labios siempre iluminan mi día, ella realmente me encontraba divertido. Olía tan bien, siempre, y aparentaba ser tan suave. 

No se lo que estoy pensando, solo estoy fuera de mi mismo. Un sentimiento de culpa me invadió de inmediato cuando baje la vista a mi mano izquierda, y vi que aún no me había puesto el anillo de bodas. No me atrevía a ponérmelo de nuevo, pero tampoco me iba a divorciar de Dawn y arroparlo por ahí. Por otra parte, no seria capaz de ver a Paulina de nuevo si tomo esa decisión. 

Resoplé pesadamente, tragando el líquido que aun contenía mi vaso antes de rellenarlo nuevamente. La puerta principal de abrió y se cerró cuando pasos de pies dieron palmadas al suelo de madera. Miré para ver a Paulina vistiendo pantalones cortos y camisa con el pelo recogido en su usual cola de caballo; lucia tan sexy.  

—Harry, ¿estás bien? —preguntó ella aferrando sus manos a las correas de su mochila.

Sollocé y sacudí la cabeza en modo de negación. 

—No, ven aquí y bebe algo de vino conmigo. —Hice un ademan con la mano para que tomara asiento junto a mi y pudiera servirle algo de vino en su vaso. 

—Soy demasiado joven —respondió sacudiendo su cabeza. 

Bufé y le puse el tapón a la botella. —No voy a decirle a tu madre si tu no le dices... Creo que debemos hablar de todos los juegos a los cuales hemos estado jugando —le dije, y dí unas cuantas palmaditas al sofá para que se sentara junto a mi.  

Vaciló antes de avanzar hasta mi y sentarse a mi lado, me sonrió y yo le entregué su vaso. Acerco sus labios antes de tomar un sorbo de vino y encogerse de hombros, tomando un trago grande. Tomé un sorbo de mi vaso, y espere a ver si decía algo primero. 

—Paulina, ¿por qué estas tan en contra de tu madre? —pregunté, ella me miró con los ojos bien abierto aparentando sorpresa por mi pregunta. Se encogió de hombros, y se pellizco la tela de sus pantalones cortos mientras observaba su regazo. 

—Porque... —Se detuvo y frunció sus labios. 

—Porque ¿qué? —Levanté mis cejas, y le di un sorbo a mi vino.

—Porque ella no merece la felicidad que tiene, es cruel —gritó, y se mordió el labio inferior brevemente, y fue junto cuando vi todavía el enojo reflejado en sus ojos.  

Fruncí mis cejas, y asentí. —¿Cómo es eso?

Ella respiro hondo, y yo sabía que esta era la respuesta verdadera. —Estaba jodidamente enfadada conmigo antes de conocerte. Siempre decía algo sobre mi peso y me hizo ir a esos estúpidos centros de dietas. Me enviaron a tantos campamentos para bajar mi peso, y yo ni siquiera era obesa. Como también sé que no soy talla 0, y duele —sollozó mientras las lagrimas se deslizaban por sus mejillas. 

Lamí mis labios y me sentí mal; sinceramente lo hice. Me incliné, ronzado mi dedo pulgar sobre su barbilla antes de inclinar su cabeza para que me mirara. Paulina sollozó, y miró desesperada mis ojos mientras mi pulgar limpiaba sus lagrimas.

—Ella no te merece —murmuró, y suspiró.

—Paulina, y-yo amo a tu madre pero...

Sus labios se presionaron suavemente y rápido como la luz sobre los míos. Cerré los ojos después de haber sido sorprendido de esa manera, y le devolví el beso. Se apartó, y sorbió su nariz antes de beber del vino de su vaso. Me reí con nerviosismo, mientras frotaba mi mandíbula pensando en el beso. 

—Nunca antes eh tenido relaciones sexuales —hablaba dirigiendo su mirada hacia mi, ya que yo la estaba mirando con incredulidad. Tragó el resto de su vino, y agarró mi corbata tirando de mi cara mucho más cerca a la de ella— ¿Serías mi primera vez, y me llevarías a la cama? —preguntó inocentemente, y quitó mi corbata.

— Yo.... Uhmmm...

Sus dedos se colan sobre mis labios callándome. —Shh, llévame a la cama, papi —susurró, besándome con fuerza. 

 Reina de belleza de tan sólo dieciséis años.

© styonce

Sweet Deception | Harry Styles AU (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora