Número desconocido: Sal de ahí, están demasiado cerca
Número desconocido: Acaban de entrar en el edificio
Número desconocido: Sal por la salida de emergencias
Cleo: Tengo que esperar a mi compañero
Número desconocido: Él está ya fuera
Número desconocido: No puede entrar
Número desconocido: Tienes que salir tú
Cleo: ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
Cleo: ¿Cómo sé que él no sigue dentro?
Número desconocido: Confía en mí
Número desconocido: Por favor
Cleo: No puedo dejarle tirado...
Número desconocido: Espera un momento
Número desconocido: Voy a acosar a tu amigo
Cleo: ¿Qué?
Cleo: ¿Hola?
Cleo: ¡¿HOLA?!
Cleo: ¿Por favor?
Número desconocido: Tranquila, solo han sido cinco minutos
Cleo: Les he visto...
Número desconocido: Lo sé, tienes que salir. Él está fuera.
Número desconocido: No tiene ni idea de lo que acaba de pasar pero
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Número desconocido: Ahí tienes al chico que tanto te importa
Número desconocido: Sal ahora
Número desconocido: Él no puede entrar para ayudarte.
Números desconocido: Tienes que salir
Cleo: Estoy dentro del ascensor
Cleo: Les oigo
Cleo: Están fuera
Número desconocido: Lo sé, Cleo.
Número desconocido: Tienes que abrir las puertas y correr ¿Vale?
Número desconocido: Ve a la salida de emergencia
Número desconocido: Primer piso. Gira a la derecha y corre, simplemente corre hasta que des con una puerta azul. Vuelve a girar a la izquierda hasta que veas la salida de emergencia. Detrás hay un callejón. Ahí te estará esperando tu compañero.
Cleo: ¿has hablado con él?
Número desconocido: ¡Que salgas de ahí!
Cleo guardó el móvil, haciendo lo que le habían dicho. Pulsó el botón para dejar que las puertas se abrieran. Tomó una profunda bocanada de aire antes de empezar a correr, agradeciendo que los zombies aún quedaran lejos. Corrió contando los pasos, siguiendo las instrucciones que le acababan de dar.
Ella prácticamente se chocó contra la puerta de emergencias, empujándola bruscamente, agobiándose cuando empezó a pensar que no podía abrirla. Hasta que lo logró. La puerta se abrió y ella salió tropezando, logrando mantener el equilibrio gracias a que alguien la sujetó. Se hubiera asustado de no haber escuchado la voz tranquilizadora de su compañero. En el momento en el que él la sostuvo ella no pudo evitar dejar escapar un sollozo.
— Tranquila, ya estás conmigo— Esas cuatro palabras actuaron como un tranquilizante en Cleo. Él pasó su mano por la espalda de ella, acariciándole el pelo con la otra— Por cierto ¿Sabes que tienes amigos muy raros?
Ella levantó la mirada, sus ojos marrones cristalizados— ¿Qué?
— Ha aparecido un chico corriendo por la calle para sacarme una foto. Pensé que era una broma, que había perdido la cabeza, hasta que me dijo que era tu amigo y que tenía que esperarte aquí. Pero sigue siendo alguien raro— Él apartó un mechón de pelo del rostro de ella.
