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Cuarenta y cinco

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Cleo está llamando"

"Jason ha respondido la llamada"

  — Habla.

— Hasta que contestas— Cleo trató de reír pero se arrepintió en el momento en el que la herida le hizo tener que cerrar los ojos para aguantar el dolor— Quería decirte que lo siento. Sé que estos días he estado insoportable pero— ella vaciló— no lo sé. La herida dolía muchísimo y los calmantes no me hacían mucho y el dolor me tenía de mal humor. No lo tenía que haber pagado contigo y, lo siento.

  — Ya

—   ¿Ya?— Preguntó Cleo sintiéndose dolida por dentro— Jason, no sé qué más quieres que te diga.

  — Mira, tengo cosas que hacer. 

— Por favor, joder, lo siento ¿vale?— La voz de ella se entrecortó, temiendo perder a la única persona importante que le quedaba por haberse comportado como una idiota. Y entonces dudó en confesarle aquello que le dijo en el último mensaje.

— Vale, lo sientes ¿Y?

— ¿Por qué eres tan borde?

— ¿Y por qué no? Te lo dije, estás sola, no voy a disculparte para que vuelvas a comportarte como una quejica malcriada al de dos días

— No lo haré, por favor, te echo de menos— Y aunque esa confesión no significó mucho para él, para ella sí lo hizo, por eso las siguientes palabras de su antiguo compañero le dolieron tanto.

— Yo a ti no.