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- ¡VAMOS! - gritó el coach a los atletas que desempeñan el difícil entrenamiento de ese día– ¡Déjalo todo! ¡Solo quedan 8 minutos!

Una de las chicas de la clase se detuvo. Ya estaba agotada y moría de sed. Caminó hacia el bebedero y comenzó a llenar su envase con agua, pero su mirada se perdió en el espejo que tenía en frente. Se vio a si misma: rubia, atlética, con las facciones más simétricas que podían existir, los senos grandes y apretados bajo el top rosado y la cintura marcada en su abdomen descubierto. Sus leggins de leopardo, que apretaban sus gruesas piernas, solo la hacían lucir mejor. Era sexy. Ella lo sabía y alardeaba frente al espejo.

Aprovechó aquellos segundos de narcisismo y sacó su Smartphone. El coach no permitía distracciones, por eso siempre les hacía dejar todas sus pertenencias, en especial el celular, en los lockers y cerraba el cuarto con llave al inicio de la clase; pero ella había sido capaz de esconderlo bajo el pañito que siempre usaba para secarse el sudor. Puso la cámara y estiró el brazo hacia arriba, buscando el ángulo en el que sus ojos azules, su sonrisa perfecta y su pronunciado escote encajaran todos en la misma imagen. Lo decoró arqueando ligeramente la espalda y apretando los labios, como queriendo dar un beso a la cámara.

- ¡Sasha! – gritó el coach a lo lejos – ¡Vuelve a tu puesto!

Ella presionó el botón y tomó la foto, solo para descubrir que no le gustaba en lo absoluto. Se sintió gorda, demacrada y brillante de tanto sudor. Tanta perfección externa era el mejor escudo para tanta inseguridad interna.

- EIIGH – dijo con disgusto – Estoy hecha un asco.

- ¡SASHA! – Gritó el coach de nuevo.

- ¡Si! – contestó ella, volviendo en sí con nerviosismo – ¡Ya voy! – se apresuró a regresar rápidamente a su puesto, olvidando el motivo inicial que la llevó a aquel sitio.

Durante su regreso casi tuvo que saltar por encima del chico de musculoso que yacía sobre sus rodillas. Marcial inhalaba y exhalaba rápidamente.

- ¿Estás cansado, hombre fuerte? – le dijo Sasha sonriendo.

Marcial era mucho más alto que ella, y mucho más ancho también. Cada centímetro de su cuerpo representaba una sólida masa de musculo, cubierta de tatuajes.

- ¿Cansado yo? – contestó el, mientras se esforzaba por ponerse de pie – ¿Con este peso? – señalo la pesa que tenía en frente, armada con dos gruesos discos de color azul a cada lado – Podría hacerlo contigo guindada a la barra y dándome un beso cada vez que hiciera una repetición.

- De ser así no me habrías besado ni una vez antes de cansarte – contestó Sasha en tono burlón. Marcial dejó de sonreír. El comentario parecía haberlo ofendido.

El coach se acercó a ambos. Su postura al caminar mostraba claramente su disgusto.

- ¿Qué es lo que les pasa hoy? – les dijo – Hasta el chico nuevo está más enfocado que ustedes.

Ambos voltearon a verlo. Era un hombre obeso, con la piel blanca como la leche. La humedad generada por el sudor le daba a su camisa negra dos tonalidades diferentes, evidenciando en cual zona del pecho estaba sudado (la mayoría) y en cual no.

El hombre estaba haciendo Burpees, pero con cada repetición parecía permanecer más tiempo en el suelo, descansando, que ejecutando el movimiento.

- Deberías verlo de cerca, Kroc – le dijo Marcial –. No se ve para nada bien.

Sus mejillas estaban rojas por secciones, como si tuviera alguna especie de sarpullido. Litros de sudor partían desde su frente para aterrizar en el suelo.

FITNESSCALIPSISWhere stories live. Discover now