IV: Sasha y Marcial

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La puerta se abrió de golpe, impulsada por la horda de mujeres obesas y hambrientas de carne humana que la habían hecho ceder.

Marcial divisó a Sasha a su lado, estática, temblorosa y asqueada. El también permaneció quieto durante exactamente dos segundos, tiempo suficiente para diseñar su próxima movida, tal y como había hecho cada vez que se planteaba una anotación durante su larga trayectoria en fútbol americano. Sin embargo, lo que había planeado no parecía ser el mejor plan.

- Vamos - tomó por el brazo a Sasha, con poca delicadeza. No quería lastimarla, pero ante la tensión de la situación no medía su fuerza.

- ¿Estás loco? – lo frenó Sasha – ¿Quieres que corramos directamente hacía ellas?

- Tu confía en mí – le guiño un ojo al terminar la frase –. Mantente detrás de mí.

Marcial se inclinó y puso una mano en el suelo preparado para correr. Entonces, como si el pito del árbitro hubiese sonado, arrancó en dirección al grupo de mujeres.

La primera, una alta señora de cabellos despeinados, fue derribada al chocar contra el hombro de Marcial, dando giro en el aire antes de caer al suelo. La segunda, obesa y pequeña, fue desplazada a un lado luego del codazo lateral que Marcial le propinó. La tercera fue tacleada al instante y cayó al suelo aparentemente inconsciente.

- ¡Haha! ¡Touchdown! – se mofó Marcial viéndola inerte en el suelo. Entonces miró hacia atrás – ¡Sasha!

La chica, que no había permanecido tan cerca de él como le había pedido, se encontraba rodeada por cinco mujeres que le impedían seguir adelante. Eso y el miedo que le suponía atravesar aquella barrera humana.

- Le...les aseguro que no les caeré bien si me comen – las intentó hacer razonar Sasha mientras retrocedía – estas ni siquiera son de verdad – dijo mientras se señalaba los senos.

Marcial apareció desde detrás del grupo, apartando a las caníbales, haciendo que chocaran entre sí y cayeran.

- Arriba, princesa – Marcial le tendió la mano, la que ella tomó tímidamente –. Esta vez no planeo tomar riesgos – la haló hacia sí mismo y la cargó como a un bebe. Se dio media vuelta y comenzó a correr.

- Gra...gracias – le dijo ella mientras se ruborizaba. Mientras salían logró mirar hacia el fondo del salón, en donde la multitud de desenfrenadas mujeres mantenía rodeado a algo, o a alguien, cerca de donde estaba la cuerda de escalada

La salida fue sencilla, la mayoría de las mujeres se concentraban al final del salón, algunas pocas se encontraban en dirección a la ventana y las que estaban en su camino se encontraban inconscientes o lesionadas después de enfrentarse a Marcial.

Al salir del salón de Crossfit y adentrarse en la sala principal de aquel piso, Sasha se movió incómodamente para descender de los brazos de su salvador.

- A partir de aquí podemos correr juntos – dijo Sasha.

- ¿Estás segura? – respondió él alzando una ceja -. Soy muy fuerte, nena. Podría llevarte cargada hasta...

- ¡El baño! – fue su respuesta mientras señalaba la puerta que se encontraba en un lateral del pasillo – Nos resguardaremos ahí mientras todo esto pasa.

Al llegar al frente de la puerta, Sasha intentó girar el pomo, pero este no se movió en lo absoluto.

- ¡¿Por qué tiene que pasar esto ahora?! – dijo Marcial forzándola hacia adelante y hacia atrás. De repente, la respuesta provino del otro lado de la puerta.

- ¡Está ocupado! – le gritó una voz desde adentro

- ¡Déjenos entrar, por favor! – le suplicó Sasha -. ¡Aquí afuera es un caos! ¡Debemos resguardarnos!

- No te recomendaría entrar aquí, cariño – le contestó el hombre desde el baño.

- ¡Abre la puerta! – Insistió Marcial luego darle tres fuertes golpes– ¡Podríamos morir aquí!

- No – dijo el hombre – ¡Más bien podrían morir si entraran aquí! Digamos que tuve un exceso de claras de huevo.

Sasha y él se miraron con frustración... y un poco asqueados.

- ¿Que haremos ahora? – preguntó preocupada. Su temor incrementó al escuchar varios rugidos que se acercaban.

De la puerta del salón, salió una de las mujeres que había atacado Marcial. Su brazo, desprendido tras el impacto, se suspendía inerte al lado de su cuerpo. Marcial se puso en posición para atacarla de nuevo, pero de la puerta salieron una docena de mujeres más. Todas mostrando los dientes. Todas caminando hacia ellos con aquellos brillantes ojos verdes.

- Creo que se adónde podemos ir – le dijo Marcial, pero antes de partir tocó dos veces más la puerta del baño con fuerza – ¡Hey, cuidado al salir, idiota!

– ¿Idiota? – contestó la voz mientras ellos corrían hacía el final del pasillo - ¿Es que es un delito cagar en el gimnasio?

Se situaron frente a una puerta roja que no tenía ninguna cerradura en la cual introducir llaves. En cambio, tenía un brillante tablero electrónico al lado con números del 0 al 9.

- ¿No es ésta la...? – se preguntó Sasha. Durante los dos años que había permanecido en aquel gimnasio, jamás había visto a nadie entrar ni salir de allí, pero había escuchado rumores de a quién le pertenecía

- Que sea la misma, que sea la misma – rogó Marcial mientras marcaba unos números en el tablero.

El código consistía en cuatro dígitos, pero cada vez que Marcial marcaba una serie, un sonido de "Tu-rum" salía de la máquina y una luz roja se mostraba.

- Quizás... - volvió a intentarlo, obteniendo el mismo resultado -. Arggh... creo que era...

- ¡Marcial! – le llamó Sasha para mostrarle que las mujeres que los perseguían ya habían cruzado la esquina del pasillo y se dirigían hacia ellos.

Y esta vez eran muchas más que una docena

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FITNESSCALIPSISWhere stories live. Discover now