UNO:

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Entre al salón de clases, con las piernas temblándome y el corazón a mil por hora. Eran 80 ojos dirigidos a mi. Me ardía la cara y me entro demasiado calor. El salón olía a jabón para pisos y perfumes mezclados. Chicos demasiado diferentes a lo que me esperaba. Desde lejos se podía notar que habían varios grupos formados, ¿En cuál quedaría ahora? En mi antigua escuela estaba en el grupo de las latosas trabajadoras del salón. Dos en uno. Éramos el salón mas odiado por todos los profesores. Hacíamos de todo: mojar el piso para patinar, ensuciamos las paredes con plastilina, hicimos guerra de comida, jugamos "pato, pato, ganso" en el patio de la escuela, etc. Pero claro, era primero de preparatoria y diferente escuela. Aquí en segundo las cosas cambian, y más si entras tres semanas después.

-Pasa.- dijo la maestra con una sonrisa amable. Tenia el pelo pintado de azul claro, rapado de un lado y largo del otro. Era alta, morena y usaba un vestido naranja, que hacia conjunto con sus botas y chaqueta café.-Preséntate, por favor.

-Me llamo Audrey Owen Black.- dije. El salon me recibió con un caluroso "hola".

-Bienvenida a J. C. Harmon, espero que te la pases genial. Aqui vas a aprender muchas cosas.- volteo a ver a los alumnos.- Siéntate en ese lugar vacío, al lado de Serena.

Serena se levanto para bajar su mochila de la banca desocupada y me sonrió. Camine hacia el lugar vacio, sabiendo que muchos me miraban atentamente. Era carne fresca para el salón. Después de sentarme la maestra empezó a dar la clase dando un repaso de lo que ya habían visto para que me pusiera al corriente, escribiendo palabras claves en el pizarrón.

-Hola, soy Serena. Serena Salvatore Everlin.- dijo, con una sonrisa coqueta. Tiene una piel amarillenta, ojos cafés oscuros, su cabello, castaño oscuro de chinos, a la altura de las clavículas. Es una chica de estatura media, con complexión delgada. Muy linda sonrisa.

Le sonreí. Hablábamos cuando la maestra iba por un plumón, o buscaba cosas en su celular. Tenia una voz de cantante, hermosa y seductora.

Tocaron para la siguiente clase y Serena se ofreció a ayudarme para encontrar el salón de Química. Iba a ser algo pesado aprenderme los salones, cada uno de ellos. Los pasillos estaban llenos, muchas personas con complexión diferentes. Lentes, tatuajes, mini faldas, atletas, perforaciones, gay's. Había de todo un poco. 

Química estuvo aburrido. Matemáticas fue divertido, bueno, porque a mi me gustan las matemáticas. En cada una de las clases me tuve que presentar, sentarme en un nuevo lugar, un lugar desconocido que por un tiempo lo iba a conocer como la palma de mi mano. Me tocaba Historia, que estaba al otro lado del pasillo. Al principio me hice la tonta en mi casillero para no entrar y ser la primera. Empecé a caminar y la canción se empezaba a acabar. Llegue al salon, gire para entrar y choque con una persona, tirando mi cuaderno, mi hoja de horarios y la hoja que tengo que entregar a los profesores para que se dieran cuenta de que soy nueva (como si no se dieran cuenta). Nos agachamos para recoger mis cosas.

-Perdóname.- dijo. Su voz era grave. Muy grave.

-Si. No, no te preocupes. Mmmm. Yo fui la que...-

Alce la mirada para verlo a los ojos, disculparme bien y que me diera mis hojas. Sus ojos azules me hipnotizaron, y su sonrisa me paralizo. Su cara se me hacia familia, sentía que en algún lugar ya lo había visto, ¿Donde? Checo mis hojas y eso me trajo a la realidad.

-¿Eres nueva, Audrey?- dijo.

-Si.- dije por fin.

-Bienvenida.- dijo, mirándome a los ojos.

En su mirada había algo, algo raro. Estuvimos así por un gran rato hasta que llego su amigo.

-Colby, nos van a cerrar la puerta, ¿Te apuras?- dijo su amigo atrás de mi.

La voz de su amigo no era tan grave como la de él. Lo trajo de sus pensamientos, me miro juntando muy leve sus cejas negras y me dio mis papeles. Se le levantaron las comisuras de los labios. Se marcho, sin decir nada. Me quede parada por unos segundo, después me dirigí al profesor aun recordando su cara. Me indico donde sentarme y empezó a dar la clase. No pude poner atención a la clase, porque aun tenia en mi cabeza lo que acababa de pasar. Se repetía varias veces. Aquel chico no era como los demás: el cabello revuelto, sin forma color café oscuro, sus ojos azules como el oceano penetrantes, sus labios perfectamente delineados, sus cejas con una hermosa forma y coloreadas de negro.

Tocaron para el descanso. Salí del salón de historia y me dirigí a mi casillero. El casillero estaba cerca de la entrada/salida. Guarde algunos libros que me dio la directora antes de entrar. Camine hacia la cafetería y fue demasiado fácil encontrar a Serena. Ese cabello chino corto eran los únicos en este colegio.

-Te estaba buscando.- me dijo.- ¿Cómo me encontraste?

-Gracias a esos chinos.- dije.

Nos reímos las dos. Agarramos nuestra charola con comida. Un hermoso sándwich de jamón, una gelatina y un jugo de uva estaban posando en mi charola. Nos fuimos a sentar en unas bancas desocupadas, deje mi mochila en el piso y empezamos a platicar mientras comíamos. Quería contarle lo que había sucedido, pero sabía que iba a ser pérdida de saliva.
Las clases acabaron y Serena me esperaba afuera del salón de Artes. Cuando salí, vi a un chico güero, ojos azules como el mar, casi idénticos a los ojos del chico con el que choque, una camisa roja con algunos cortes y una pantalón gris oscuro  con algunos cortes.

-Te presento a Sam.- dijo señalándolo.

-Sam Golbach. Un gusto.- dijo con una sonrisa contagiosa.

-Igualmente.- dije, con una sonrisa.

-Vamos a esperar a Colby.- dijo Serena.

-Aquí estoy chicos.

Llego Colby con su chaqueta de cuero en una mano y en la otra cargaba su mochila, tenia una camisa gris con cortes al igual que su pantalón negro. Era el mismo chico que había chocado conmigo. El mismo.

-Perdón por haberte chocado.- dijo cuando se percató de que estaba ahí.

Sus ojos penetrantes me volvieron a hipnotizar. Serena tenían cara de ¿Qué a pasado? Caminamos a la entrada/salida y nos quedamos un tiempo afuera, Colby se había ido con unos atletas y Sam y Serena empezaron a platicar.

Colby tenia una sonrisa muy peculiar, actuaba con tanta naturalidad que lo hacia ver simple. Sus ojos me encontraron y no dejaron de ver los míos hasta que desvié la mirada hacia otros chicos.

-Chicos, ya me tengo que ir.- dije.

-¿Ya? ¿Tan rápido?- dijo Serena.

-Si, es que mi mamá llega hoy y la quiero ver.- mentí. La verdad no quería quedarme mas tiempo para que Colby dejara de hablar con los atletas y después tuviera que despedirme de él e iba a ser algo incomodo para mi.

Me despedí de ellos dos y seguí mi camino hasta mi casa, sin dejar de pensar el Colby.

Esa noche soñé con ojos azules y cejas negras.

Una Difícil Decisión.Where stories live. Discover now