N° 381 "Terrace" (S.E.)

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-Kelly, son las 23:00 de la noche. Voy a hacer mi turno de noche en el trabajo -anunció Louie mientras se calzaba los zapatos en el hall.

-Ok, Louie. Dentro de poco me iré a la cama. Pásalo bien en el turno de noche -grité desde el salón.

-Lo intentaré -dijo Louie cerrando la puerta.

Una sonrisa se plantó en mi rostro cuando escuché cerrarse la puerta del piso. Inmediatamente después, apagué el televisor y corrí al salón. Al coger el teléfono, llamé a Robert, mi amante. Sí, ya sé que está mal visto tener un amante, pero Robert sabe bien cómo hacerme sentir querida. Hacía tanto que Louie y yo no hacíamos el amor... Siempre ponía cualquier excusa, incluso no me sorprendería que él también tuviera una amante.

-¿Sí? -contestó Robert al coger el teléfono.

-Robert, soy Kelly. Mi marido se ha ido a trabajar en el turno de noche. Estoy sola en casa... -dije con un tono pícaro en mi voz.

-Mira Kelly, me encantaría ir pero hoy estoy ocupado. Ya hablaremos otro día.

-¡Llevas con la misma excusa tres días! ¿Cuándo piensas venir a mi casa? -grité furiosa en el auricular-. ¿Robert? ¿Robert, estás ahí? ¿Hola?

Me había colgado. Maldije el día en el que conocí a ese cabrón y me lancé al sofá ¿Qué podía hacer ahora? No tenía nada de sueño y acababa de ver la tele. Podría ver una película, puede que incluso una erótica para satisfacer mis ganas, pero en el fondo no me apetecía demasiado. En vez de eso, fui al dormitorio y rebusqué entre los libros de la estantería. Encontré uno que llevaba bastante tiempo queriendo leer y lo cogí. Scarlett: La Leyenda de Silver Creek sonaba apetecible para ese momento.

Salí a la terraza del piso y cerré un poco la puerta corredera. No podía cerrarla del todo ya que sólo se abría desde dentro, por lo que si la cierro entera me quedaría atrapada. Maldigo al gilipollas que inventó ese mecanismo. Al preparar la silla plegable, coloqué el libro ahí y dejé que me diera un poco el viento en la cara, para despejarme. Mientras tanto, contemplé las vistas que la terraza me ofrecía. Habíamos comprado el piso hace poco, en una ciudad muy turística con montones de playas.

El barrio estaba lleno de hoteles muy visitados y tiendas de souvenirs, además de varios lugares turísticos tales como monumentos o museos. La noche era espléndida, con un clima perfecto y un cielo estrellado. El ruido de los coches, de la gente paseando y las luces nocturnas de la ciudad me relajaban muchísimo. Minutos después, me senté en la silla y me dispuse a leer el libro tranquilamente. Todo era una gratificante paz y tranquilidad, hasta que escuché la puerta de la terraza cerrase de un golpe.

El fuerte ruido hizo que me asustara y pegara un brinco en la silla. Al darme cuenta de lo sucedido, maldije la jodida puerta a la vez que intentaba abrirla inútilmente. Tras tirar varias veces de la puerta, me di por vencida y decidí avisar a mi vecino de al lado, o a alguien que cruzara por la calle. Podría gritarle que avisara a un vecino, o a un cerrajero,... Mi cabeza estuvo pensando diversas opciones hasta que le vi.

De las sombras se apareció un hombre, vestido completamente de negro y con un pasamontañas. El susto que me dio hizo que cayera al suelo mientras observaba su cruel sonrisa ¿Acaso había un ladrón en mi casa? Ojalá tuviera el móvil para llamar a la policía. El ladrón se adentró en mi piso, dejándome encerrada en la terraza. Pude ver que llevaba un saco enorme y un cuchillo, por lo que tendría que tener cuidado si es que me enfrentaba a él. Me fijé en un peatón que paseaba por la acera, a dos pisos por debajo del mío. Podría llamarle perfectamente, y él seguro que me oiría.

VHS (Various Horror Stories)Where stories live. Discover now