Ladrón

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No quisiera yo pensar
que tu única razón
para salir corriendo esta tarde
era esa que me esperaba.

Me ibas a robar los labios
y yo no tenía equipo de seguridad
que me protegiera
de aquellos furtivos tuyos.

Fueron furtivos
por cazarme cuando no quería.
Deseaba entregarme a ti
como ni siquiera yo sabía.

Esperar a que nuestros ojos
llenos de deseo
encontraran el momento adecuado
habría estado bien,
pero preferiste lanzarme
tu acolchada flecha
para poder decir que lo conseguiste
sin importar si se clavó en mi pecho.

Qué bonito habría sido
si me hubieras querido más
y te hubieras querido algo menos
cuando decidiste colonizar mi tierra
para destrozar las rosas
que empecé a plantar para ti.

Al menos puedo decir que,
al final de la historia,
te clavaste mis espinas,
las más punzantes del jardín.

Atentamente, OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora