Juegos

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Mira que me advertiste
que te gustaba jugar.
Fui yo quien no supo
sus pasiones pausar.

Cómo me desvestiste
destrozando el lugar.
Empezamos muy lento
a gemir y a tocar.

El edén estaba allí,
en tu habitación, contigo.
No entiendo por qué
me desterraste al olvido.

Sabía de las fantasías de tus juegos.
Sabía que tenías poderes,
como el de desaparecer.
Te admiraba por ello
e intentaba perseguir tu esencia
para rozar tus contornos
una vez más.
Pero tu poder era inmenso,
incontrolable.
O quizá lo controlaras
(más de la cuenta).
Optaste por jugar al Escondite
hasta que encontrara tus mentiras.
Lo que no esperaba yo era que,
después de saber tu posición,
desaparecieras para siempre.
Mi amor, jugaste bien.
Gracias por enseñarme a jugar.
Gracias por hacerme creer
que seríamos los reyes
de nuestro palacio.
Gracias por dejarme ganar,
porque desde luego,
quien ha acabado perdiendo,
has sido tú.

Atentamente, OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora