El Cruce de Miradas - 8

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-Al final no me llamaste -dice Oliver con gesto serio. Ha cambiado completamente. Ahora lleva el pelo peinado a modo de cresta, y se está dejando barba.

-Sí, bueno, yo... -¿cómo decirle que había borrado su número justo en el momento de despedirse? ¿cómo explicar que aquello sólo fue un "desliz", si acaso pudiese llamarse así?

-¡Que no pasa nada! -le interrumpe riéndose-. Lo que se me hace raro es verte en una tienda de ropa, y en la sección de chicas.

-He venido con mi novia. Está probándose ropa.

-¡Ah! ¡Tu chica! Me dijiste que se llamaba...

-Laura -dice Javier, completando la frase-, y no recuerdo si te dije su nombre.

-La verdad es que no nos dijimos muchas cosas -dice Óliver-, y quizá podríamos retomar... qué se yo, aquella conversación.

-Hombre, no sé si...

De repente, la recién nombrada Laura hace su aparición, regresando desde los probadores.

-¡Buf! La verdad es que no me ha gustado nada de nada, y lo he dejado todo en el mostrador.

-Ah, vaya... -dice Javier, que se encuentra en el apuro de no saber si presentar o no a Oliver.

-Hola -dice Laura, un poco extrañada, pero sin querer meterse en la conversación. Quizá son conocidos del trabajo, un cliente de la empresa o un amigo de la infancia. Quién sabe.

-Hola -responde Olive, sonriendo.

-Eh... Sí, Laura, mira, te presento a Oliver. Es un cliente que a veces viene por la empresa, no sé si te ha hablado de él -dice Javier, tomándola por el hombre.

-Quizá sí, pero se me habrá olvidado. ¡Encantada! -dice ella, dándole dos besos en las mejillas a Oliver.

-Igualmente, cariño -responde él-. Por cierto, Javier, aprovecho que hemos coincidido para decirte que me han dado un nuevo móvil en la empresa, para ver si me podías recordar tu número -dice, tomando su teléfono móvil.

-Pues es que ahora mismo no llevo encima tarjetas del trabajo, pero si me das tu número de teléfono, en cuanto pueda, te hago una perdida.

-Mejor dámelo tú, que ya lo tengo preparado.

-No, en serio. Dímelo tú, que yo en un momento también lo tengo preparado -dice Javier, un poco mosqueado por la jugada que estaba llevando a cabo Oliver, y buscando su teléfono por todos los bolsillos de sus pantalones y chaqueta.

-¡Pero díselo tú, Javier! -interrumpe Laura bastante sorprendida, riéndose-. Hay que ver qué cosas tienes. Espero que no sea así a la hora de trabajar.

-Para nada, hija. Al contrario, es un sol de persona -dice Oliver, dando una pequeña palmada en el brazo de Javier, para a continuación apartar su mano acariciándole-. Venga, dímelo.

Finalmente tiene que ceder y decir su número. Otra vez se está dejando llevar por impulsos, del mismo modo que lo hizo tiempo atrás, en su primer encuentro con Óliver.

Podría haber dicho tajantemente que no ante la insistencia de conseguir su número de teléfono, podría haberle puesto mala cara nada más verle, podría haber hecho mil cosas para evitar que esa persona regresase a su vida... pero no lo hizo, y ahora Oliver tiene grabado su número de teléfono.

Se despiden "hasta la próxima", como si fuesen a verse en su lugar de trabajo, como si de verdad fuesen cliente y trabajador. Javier y Laura salen de la tienda, y Óliver se queda curioseando, no sin girarse un par de veces para observar cómo Javier se aleja.

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