Cuando diga ya

3.1K 243 548
                                    

*NOTA: Este capítulo es el más corto porque es el que más me ha costado escribir. Estuve a punto de no subirlo porque es fuerte y por eso os aviso por aquí de que si no queréis leerlo no lo hagáis, en el siguiente haré un mini resumen porque en realidad es el que marca el antes y el después, pero es fuerte. Recordaros que esto es totalmente ficticio, una historia que ya se me había ocurrido y que podría ser perfectamente con otros nombres, así que nada de relacionarlo con los pencos. Y sobretodo, que en ningún momento romantizo nada de lo que sucede en este fic, y espero que vosotrxs tampoco. Dicho esto, podéis proceder a leer. Gracias por todo!:).

Hᴏʏ ᴠᴏʏ ᴀ ʜᴀᴄᴇʀᴛᴇ ᴇꜱᴘᴇʀᴀʀ .. 
ᴛᴀɴ ꜱóʟᴏ ᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ, ʏᴏ .. 
ϙᴜɪᴇʀᴏ ϙᴜᴇ ᴍᴇ ɢʀɪᴛᴇꜱ ᴍáꜱ ᴀᴅᴇɴᴛʀᴏ. 
Y ɴᴏ ᴛᴇ ᴘɪᴇɴꜱᴏ ᴀᴠɪꜱᴀʀ, 
ʟᴏ ᴄʀᴇᴀꜱ ᴏ ɴᴏ, ʏᴏ .. 
ᴠᴏʏ ᴀ ᴅᴇᴄɪᴅɪʀ ᴇʟ ɢʀᴀɴ ᴍᴏᴍᴇɴᴛᴏ, 
ᴍáꜱ ғᴜᴇʀᴛᴇ ʏ ᴅᴇɴᴛʀᴏ

○○○○○○○○○○○○○

Lidiar con el calor que hacía en agosto en Madrid era algo demasiado complicado, pero por lo menos en el piso de Agoney, con un pequeño ventilador destartalado que se había comprado, se podía intentar.

— He estado pensando.

Me giré en el colchón hinchable, observando la espalda desnuda del canario que se giró poco a poco para quedar frente a frente conmigo.

— Ajá, ¿sobre qué?

— Que, en realidad, — mordí mi labio inferior, buscando la mejor forma de entablar una conversación así con él, sin asustarle. — tampoco nos conocemos tanto. Llevamos medio año así y en verdad no sé qué es lo que más te gusta, ni qué tipo de películas son tus favoritas, ni que tres cosas te llevarías a una isla desierta o en qué lugar del mundo te gustaría vivir.

Agoney dejó escapar una carcajada, girando para quedar boca arriba y se sentó, apoyando la espalda en la pared de la habitación.

— Bueno, tú si quieres saber algo solo tienes que preguntarme, ya lo sabes.

— ¿A ti no te interesa saber esas cosas de mí?

Arqueé una ceja, mordisqueando el lado interno de la mejilla con la finalidad de no gritar si la respuesta era negativa.

— Claro que sí. — No me vi, pero estoy seguro de que mis ojos brillaron al escuchar aquello. Agoney estiró el brazo para hacerse con un canuto y el mechero, prendiéndolo después y dándole una calada. — Pero creo que sé ya bastantes cosas de ti.

— ¡Oh venga ya! Eso es imposible. — Me acerqué a él para arrebatarle el porro y poder darle una calada yo, devolviéndoselo después. — Venga, si es así, ¿cuál es mi color favorito?

— El amarillo. — Contestó, sin vacilar un instante. — La gran parte de tus camisetas son de ese color, y si no fuera ese — se quedó unos segundos callado, jactándose de que, evidentemente, había dado en el clavo. — debería serlo, te sienta muy bien.

— Lo es. — Refunfuñé, volviéndome a tumbar de espaldas a él, que estalló en carcajadas por mi reacción. — Y siempre he dicho que me encantan las películas de terror, pero en realidad me muero de miedo cada vez que veo una, por eso siempre prefiero las de risas. Ya bastante miedo da la vida real, me parece importante poder desconectar de ella viendo una película que te haga reír.

En silencio, dejó que sus dedos comenzaran a acariciar mi espalda, erizándome el vello y provocándome pequeños suspiros involuntarios. Aún me pregunto qué hubiera hecho si el timbre no hubiera sonado en ese momento y si cinco minutos más tarde las risas de Alfred no hubieran ocupado esas cuatro paredes.

1999 (o cómo generar incendios de nieve) | RagoneyWhere stories live. Discover now