2009. Voy a romper las ventanas

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Vᴀᴍᴏꜱ ᴀ ᴄᴏʀʀᴇʀ ᴇʟ ɢʀᴀɴ ꜱᴘʀɪɴᴛ ғɪɴᴀʟ
ʏ ᴀʟ ᴄʀᴜᴢᴀʀ ʟᴀ ʟíɴᴇᴀ ʟᴏꜱ ᴅᴏꜱ ɢᴀɴᴀʀáɴ.

Vᴏʏ ᴀ ʀᴏᴍᴘᴇʀ ʟᴀꜱ ᴠᴇɴᴛᴀɴᴀꜱ
ᴘᴀʀᴀ ϙᴜᴇ ʟʟᴜᴇᴠᴀɴ ᴄʀɪꜱᴛᴀʟᴇꜱ.
Vᴇɴ ᴀ ʀᴏᴍᴘᴇʀ ʟᴀꜱ ᴠᴇɴᴛᴀɴᴀꜱ,
ᴠᴇɴ ᴀ ɢʀɪᴛᴀʀ ᴄᴏᴍᴏ ᴀɴᴛᴇꜱ.

○○○○○○○○○○○○○

Actualmente.

Sé que decir que la vida me va bien es excesivo, pues ni de broma se asemeja a lo que se conoce como 'bien', pero puedo decir que al menos, me va decente.

Se acerca el último día del año, el cierre de una década que a mí me ha marcado.

Alfred lleva toda la mañana entrando y saliendo, haciendo las últimas compras. Quiere que esta noche vieja sea perfecta, y por eso está confeccionando el menú una semana antes.

Este año lo celebraremos juntos, de nuevo, pero se unirán Amaia, Emma con su familia y Álvaro. Por un momento, se pasó por mi cabeza el invitar a Agoney, pero no hemos vuelto a hablar, y en el fondo sé que aquello no me haría ningún bien.

Y a Alfred tampoco, y la felicidad de Alfred es una prioridad para todos nosotros.

A lo largo de estos meses, raro es el viernes que no me paso por el local de conciertos de Agoney. Logró hacerse con uno para él y sus amigos.

Paso por allí y me quedo cerca de la puerta para observar el concierto y salir justo cuando acaba. Él hace como que no me ve, y yo hago como que no sé que me ha visto.

Pero nos va bien.

A él lo sé porque le he visto algún día mirar a un chico como yo sé que le miraba, pero con más amor y menos obsesión. Puede que al principio me doliera, pero he decidido tomarme al pie de la letra las palabras de Agoney y dejar que ellos sí sean las personas adecuadas en el momento correcto.

Yo no he vuelto a fijarme en nadie, y es que realmente no hay nada que me llame la atención. He vuelto a estudiar, pienso presentarme de nuevo a la selectividad y esta vez no habrá quién me pare para conseguir mis objetivos, y además está Alfred para animarme y Amaia para ayudarme.

Amaia es un encanto, desde que la conocí se ha convertido en un pilar muy importante en mi vida y Alfred está enamorado de nuestra relación y de cómo nos llevamos, lo sé por como nos mira a ambos.

— Alfred. — Le llamo desde el salón cuando entra en casa por quinta vez en lo que llevamos de mañana. — ¿Se puede saber qué vas a hacer para cenar para dar tantas vueltas?

El catalán rueda los ojos y me ignora, dirigiéndose a la cocina. Me pongo en pie y voy tras él. Se me dibuja una sonrisa socarrona en el rostro cuando le veo agachado frente a un armario repleto de cosas y él tiene que buscar huecos para meter los nuevos alimentos.

— Estás loco.

— Y tú podías ayudarme un poquito, guapo.

Suelto una carcajada y me acerco a él, agachándome a su lado. Él me mira y poso mi mano en su hombro, y sé que lo necesita porque está nervioso, aunque no entiendo muy bien la razón.

— Es la primera vez que Amaia viene a casa a cenar. Y además también viene tu familia, y Emma. — Habla rápido y yo paso mis dedos por su pelo, en una tierna caricia. — ¿Y si no les gusta lo que hago?

— Alfred, si a alguien no le gusta algo que hagas, es porque no tiene ni idea.

Nos quedamos unos segundos mirándonos hasta que un cuerpo pequeño se acerca a nosotros, restregándose contra el brazo de Alfred en busca de atención.

1999 (o cómo generar incendios de nieve) | RagoneyМесто, где живут истории. Откройте их для себя