Capítulo 7:

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—¡Llegué! -exclamé entrando a mi casa.

Me encontré con una escena desagradable, Bastián se encontraba en el sillón, tenía las manos en la cara y algunas lágrimas caían al suelo:

—¿¡Qué sucedió!?

No contestó, sólo aspiró por la nariz y secó uno de sus ojos:

—¡Bastián, contéstame!

—T-Terminé con Alexandra -logró decir entre sollozos.

Suspiré y le cogí las manos, lo miré fijamente.

—No tienes porque ponerte así, después de todo la que lo pierde es ella, tu eres un chico increíble que merece la pena completamente, encontrarás a alguien que sepa valorarte.

Una lágrima se deslizó por su mejilla:

—Eso no es lo que me afecta tanto -pausó. —Sino el hecho de que yo estaba notando como nuestra relación iba en caída, como sus actitudes me molestaban al punto de querer alejarme de ella, me dolía sentir eso porque yo la amaba, sé que esto es lo correcto, pero aunque no quiera, me lastima.

En ese momento, yo actúe como la hermana mayor, me destrozaba verlo tan triste, además, que lo que decía era completamente cierto.
Acaricié su cabello y lo abracé:

—Ya pasará, tranquilo.

Estuvimos un buen tiempo así para que él se recompusiera, hay que reconocer que la ternura de los cálidos abrazos de Tadeo ayudaron bastante.

(...)

Los días, las semanas fueron transcurriendo, mi actuación académica era destacable, había aprobado la mayoría de los exámenes con 10, mi madre estaba tan orgullosa que había accedido a comprarme lo que yo quisiera. Pedí algunos conjuntos de ropa, junto con algunos accesorios.
La parte social, podía ser mejor, pero no era carente.
Lo único que dejaba mucho que desear era mi relación con Misael.
Es cierto, que desde la primera semana hasta ese momento había mejorado un poco, charlabamos más y no era tan cortante, pero yo deseaba que fuéramos buenos amigos, me molestaba que siempre estuviera tan aislado. Yo era la única persona que hablaba con él, ya que todos los demás lo ignoraban por parecer un psicópata.

(...)

—Bueno, que te vaya bien preciosa -Bastián besó mi mejilla.

Sonreí y salí del carro.
Comencé a caminar con las manos en los bolsillos de mi sudadera.
Como estaba entrando a 3ra hora, ya que la profesora había faltado, todo estaba completamente desierto, en una instancia diferente hubiera dado muchísimo miedo. Sentí que alguien silvó detrás mío, antes de que pudiera voltearme alguien me cogió de los brazos y tapó mi boca, comenzó a arrastrarme hacia la parte oculta, por así decirlo, de la Institución.
Una vez me soltó, caí al suelo, manchando mis rodillas con la tierra que allí había, levanté mi mirada y me encontré con James, el cual me observaba con malicia y morbo:

—Te ves tan linda hoy -relamió sus labios.

Me levanté lentamente sin dejar de observarlo:

—Mh, no lo creo, la diversión no comienza como para que te vayas -comenzó a acercarse a mi.

—Estas loco si crees que voy a dejar que me hagas algo Park.

—Eso ya lo veremos.

Se abalanzó sobre mi y caí fuertemente, mi cabeza se golpeó contra el suelo, dejándome algo desconcertada, de igual forma golpee la entrepierna de aquel asqueroso ser y me levanté como pude. Mientras lágrimas se iban derramando de mis ojos comencé a correr buscando la entrada.
Una vez lo conseguí intenté buscar a algún adulto, no había nadie en la recepción.
Sentí como alguien me agarró de los hombros por lo cual comencé a gritar desesperada:

—¡Tranquila! ¡Soy yo, Misael!

Al escuchar aquellas palabras y aquella voz, no pude evitar refugiarme en él, coloqué mi cabeza en su pecho y él rodeó mi cuerpo con sus anchos brazos:

—¿Qué sucedió? -me preguntó, intentando calmarme.

—J-Ja-Ja-James, é-é-él intentó - no pude terminar la frase, ya que el pelinegro me abrazó con fuerza.

—Tranquila, ahora que estas conmigo todo estará bien.

Por encima de su hombro, pude ver como James acababa de entrar y se había quedado de pie observando aquella escena.
Misael, me soltó y volteó rápidamente, al verlo, apretó sus manos y corrió hacia él, con un fuerte y rápido movimiento estampó su puño en la cara del castaño. Este cayó y sangre comenzó a brotar de su nariz:

—¡Thompson! -gritó la preceptora. —¿¡Que has hecho!?

—Este pedazo de mugre merece eso y más -escupió él. —Ve a la dirección ahora mismo junto con la joven.

Mi cuerpo temblaba, nunca imaginé que podría haber vivido un abuso, menos, viniendo de una persona que conocía desde hace tanto, sabía que James era un ser despreciable, pero nunca pensé siquiera en que podría intentar cometer un acto como ese.

—T-Te meteras en problemas -dije, mientras caminábamos hacia la dirección. —Eso es lo que menos importa en una situación como esta, cuando le expliquemos a la directora lo que sucedió el único que tendrá problemas, y graves, es él.

Fueron horas, para que aquella situación desagradable diera su fin justamente, con James Park expulsado y llevado a la comisaría, Misael en todo momento estuvo conmigo, llamaron a mi madre, la cual le agradeció eternamente.

Misael ©Där berättelser lever. Upptäck nu