Capítulo 9:

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Esa semana fue algo estresante, los profesores habían mandado a realizar muchos proyectos, los cuales tenían un alto nivel de complejidad. El profesor de deportes nos había dicho que teníamos que recordar todos los tipos de estiramiento junto con las medidas de las canchas de la mayoría de los deportes.
Cuando el fin de semana por fin llegó, mi plan era pasarlo en mi cama viendo Netflix, eso cambió ya que mis hermanos y mi madre querían salir constantemente.

—¿Puedes apurate? -el rubio bufó al verme maquillando. —El rimel me llega a quedar mal y te golpearé.

El rió.

Una vez todo estuvo listo, fuimos a diferentes lugares, primero al parque, después a tomar helados y por último al cine.
Pasar tiempo con mi familia me hacía recordar cuanto los amaba. De igual forma, no podía dejar de pensar en Misael, la gran parte del tiempo, él estaba en mi mente. Pensar en su mirada, me provocaba mariposas en el estómago, su voz grave y su imponente cuerpo me parecían rasgos sumamente atractivos.
En conclusión, podía comenzar a sospechar que él me empezaba a gustar.

El fin de semana acabó más rápido de lo que pude darme cuenta.

Me encontraba sentada en mi pupitre, esperando a que la profesora llegara, Erika había me había comentado que no vendría ya que estaba de viaje con sus padres.
Aquel chico de cabello carbón junto con una deliciosa fragancia entró al salón, observó a todos meticulosamente, al observarme sonrió y comenzó a acercase:

—Buenos días -comentó, al pasar por mi lado. —Buen día Misa -reí.

En ese preciso instante la profesora llegó, sin siquiera dar los buenos días comenzó a decir los grupos para crear los proyectos.

—Erika y Alex.

—Misael y Maxine.

Al escuchar aquello inconsistemente mordí mi labio inferior, genial, era una buena oportunidad para invitarlo a mi casa. Todos movimos nuestros asientos para juntarnos con nuestro compañero:

—¿Qué te parece? -guiñé el ojo. —Podría ser peor -suspiró y yo fruncí el ceño. —Es broma, estoy feliz, me tocó con la única persona a la cual le caigo bien y lo más importante, me cae bien.

Me sentí especial.

—Por cierto ¿te gustaría venir a mi casa a hacer el trabajo?

—¿No molestaría? -negué. —Para nada, al contrario, mi madre estaría fascinada, ya que como te dijo, está muy agradecida.

—En ese caso, claro, me parece bien.

Sonreímos en sincronía y bajé mi mirada, su sonrisa era muy bonita.

Al final del día, luego de avisarle a mi madre por celular que él iría llegamos a casa.

Tadeo, como de costumbre, se encontraba en el sofá, al ver a Misael abrió los ojos con sorpresa:

—¿Él es tu novio Max? -negué con la cabeza algo nerviosa. —Es un amigo, se llama Misael.

—Misael, él es Tadeo, mi hermanito menor -él, se acercó al pequeño y despeinó un poco su cabellera.

Al instante, mi madre apareció y abrazó al pelinegro:

—Un placer recibirte. —El placer es mío.

Reí ante sus modales.

—Bueno, iremos a comenzar el trabajo mamá.

Ella asintió, pero antes nos entregó sus típicas bandejas con ricos alimentos.
Una vez subimos a mi habitación él la observó muy detalladamente:

Misael ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora