El inicio del fin

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Shon examinó el móvil con detenimiento. Él había estado siguiendo un meteoroide durante meses, pensando que era una nave espacial extraterrestre. Había calculado la fecha y hora aproximadas de caída y lo único que había encontrado era un móvil estacionado en medio del bosque.

"A lo mejor los extraterrestres han venido en una nave que pase desapercibida", pensó Shon. El móvil no tenía una placa de identificación "Un punto a favor". Tampoco era un modelo que conocía, "Otro punto más". Pero no conocía mucho de móviles, "Un punto menos. Al menos mi hipótesis tiene siquiera un punto a favor". Shon sonrió.

Dio varias vueltas alrededor del vehículo pero no encontró nada que pudiera parecer del espacio exterior. Espero, sentado en la hierba, un par de minutos a que pasara algo. Cruzó los brazos y se quedó dormido.

Se levantó de inmediato, según él, para ver que el vehículo volador seguía en su sitio. No había meteoroide, no había sonda, no había nave espacial, no había hombrecitos verdes.

Fue hacia la puerta del móvil y quiso abrirla, pero estaba con seguro. Le dio una patada y luego se alejó refunfuñando. Dio unos pasos, se detuvo y volteó mirando al vehículo.

Se quedó mirando un buen rato. Apretó los puños, los dientes, el entrecejo y todos los músculos que pudo. Comenzó a respirar con furia y, temblando, comenzó a mirar a todos lados.

Shon se movió de aquí a allá. Cogía piedras pequeñas, las examinaba mirando el móvil y luego las descartaba. Cada paso que daba sólo encontraba ramitas secas y terrones húmedos.

Gritó. Gritó cogiendo piedras y lanzándolas de un lado a otro. Por fin, cogió terrones llenos de piedritas y ramitas y gritó desesperado. Gritó mientras lanzaba terrones, ramitas y hojas secas contra el móvil.

Se detuvo debido a un sonido que poco a poco iba creciendo. Sonaba como algo quemándose. Miró a todos lados pero no había nada. De repente miró al cielo. Una bola de fuego se acercaba hacia él.

Shon corrió desesperado hacia cualquier lugar fuera de la cercanía del móvil. La bola de fuego cayó sobre el vehículo estallando en una gran explosión, un pequeño temblor y una gran onda expansiva.

La onda expansiva derribó varios árboles, tierra y polvo. Una gran nube de polvo, fuego y piedras empujó a Shon con violencia.

Shon despertó. Estaba cubierto de tierra y ceniza. El lugar apestaba a plástico y hierro fundido. Se limpió la cara y se incorporó. Miró para todos lados y le pareció ver algo raro en medio del lugar de la explosión. Se acercó muy despacio.

Allí en medio, estaba parado un hombre desnudo, viendo los restos del móvil y de la nave espacial, fusionados en un amasijo de plástico y metal. La noche era fría y el viento se llevaba las cenizas y hacía bailar las pocas llamas que quedaban desperdigadas por árboles y hierba cercanas. A medida que Shon se acercaba podía ver que el hombre no demostraba sentir frío, permanecía inmóvil e incluso su cabello parecía no moverse, a pesar del viento.

El hombre se giró antes que Shon pudiera decir algo.

- ¡Greetings! ¡Hello mister! - dijo el hombre sin expresión alguna. Toda su piel era brillosa, y sus formas eran estilizadas, pero se notaban falsas, como las de un maniquí.

Shon agitó la mano como alguien que intenta meter desde el aire recuerdos en su cabeza. Apretó del puño y se lo llevó a la frente (el hombre desnudo miraba extrañado) y por fin dijo:

- ¡Claro, es idioma antiguo! ¡Es... Es...! - tomó aire y como quien responde a una pregunta de un programa concurso dijo:

- ¡Inglés!

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