Capítulo 2- Sí o sí.

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El despertador sonaba como cada día, a las 10 de la mañana. Me encanta aprovechar el día, levantarme, ir a desayunar, a veces a correr, aunque bueno, los sábados no. Aunque había dormido bastante poco gracias a mi queridísimo e incansable Noah, tenía energía como para ir a la biblioteca y adelantar trabajos de toda la semana.

Así que este era el plan, llegar a la biblioteca, pasar el resto de mañana allí, comer, y volver a la biblioteca, sobre las 7 volver a la habitación, una ducha, película y a mi maravillosa cama. Fácil. Una vez en la biblioteca me senté en mi mesa de siempre, la que está al final del todo, pero la que está más cerca de los libros que necesito, era una mesa estratégica y me costó bastante tiempo decidir qué sitio era el adecuado. Solté la mochila en el suelo y saqué mi portátil, mis cascos, los apuntes y, muy importante, la botella de agua. La biblioteca estaba en absoluto silencio, sólo una lunática como yo estaría un sábado a las 12 de la mañana estudiando. En un cálido clima de paz y armonía, abrí la agenda y comprobé que, como ya sabía, tenía dos trabajos para dentro de dos semanas, uno de psicología social, que molaba bastante, y otro de la clase más aburrida de la historia, introducción al análisis de datos. Empezaría por el primero. Ya tenía el tema, psicología y antropología, ahora sólo tenía que entrar en el correo que me había mandando el señor Evans y ver qué autor me había tocado analizar. Al abrir el correo me encontré con un montón de publicidad basura, maldita manía de inscribirme y dar mi correo en todas las páginas de libros que me encontraba, y ahí estaba, el correo del señor Evans. Decía "Buenas tardes señoritra blablabla... se que usted va a ser capaz de entender muy bien la forma de pensar de este autor, así que le dejo con Joseph Campbell y su maravillosa mente." Genial, ¿No había otro nombre? No me va demasiado bien con los Joseph en mi vida. La mente del señor Campbell no sé como era pero si que sabía como era la mente del otro Joseph si que la conocía, o al menos eso pensaba hasta hace bastante poco. Sacudí la cabeza para echar esos pensamientos de mi mente. Ahora tendría que escribir su nombre un montón de veces, es estupendo. 

Después de casi 100 páginas leídas y 8 páginas escritas del trabajo pensé que había llegado el momento de comer. Para mi sorpresa no era la hora de comer, si no más bien la de merendar. Había estado más de 5 horas con el señor Campbell y sus teorías conspiratorias sobre el héroe de mil caras. Já, yo sabía quien tenía mil caras señor Campbell y esa persona tenía el mismo nombre que usted, tendría que haberle conocido, te daría para un libro más. Decidí cerrar ese libro tan absorbente e ir a comer, con suerte podría escribir dos páginas más antes de que cerrase la biblioteca. Dejé mis cosas allí y salí al patio con mi sandwich de queso y jamón que me había preparado esta mañana. Era diciembre así que hacía bastante frío, pero nada que no pudiese solucionar un buen abrigo. Sentarme allí enfrente de la fuente del patio de la biblioteca a comer un sandwich un sábado por la tarde era lo más parecido al concepto de felicidad y tranquilidad que tenía. Tardé bien poco en terminar el sandwich y volver a dentro. La bibliotecaria me sonreía y me recordaba, amablemente, que quedaban dos horas para que cerrara la biblioteca. Yo asentía y caminaba a toda prisa, el tiempo es oro y me sentía bastante productiva. Al llegar a mi sitio no había nada. Ni mi mochila, ni mis apuntes, ni el libro, nada. Me estaba dando un pequeño ataque de nervios, empecé a mirar por todas partes, debajo de la mesa, en otras mesas de por ahí cerca, quizá me había equivocado de sitio. Pero no, las cosas no habían desaparecido solas. En la silla había una nota que decía: "Creo que al señor Campbell no le va a parecer mal que lo dejes por unas horas y asistas a una fiesta. A las 9 paso a por ti. Pd: tus cosas están en tu habitación. De nada."

Maldito Noah. Ojalá poder llegar a su cuello para poder estrangularlo, que suerte que sea tan alto y yo tan bajita, maldita genética. Maldita fiesta. Malditos universitarios. ¿No se supone que habéis venido aquí a estudiar? Dejaos de fiestas, joder. Maldecía a todo el mundo que se cruzaba delante de mí mientras caminaba enfadada a la residencia. Cerré de un portazo y,  efectivamente, pude comprobar que mis cosas estaban perfectamente colocadas en su sitio. Blanca me miraba divertida desde la cama, mientras sostenía una revista. 

Y de nuevo tú- Joe Jonas. {PAUSADA}Where stories live. Discover now