Capítulo 7- Fantasmas del pasado.

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Era de noche, caminaba por un callejón oscuro y sucio. Miraba hacia todos lados intentando buscar un sitio de referencia, pero nada. No sabía dónde estaba, no sabía qué hacía allí y mucho menos cómo había llegado. Miraba mi mano y en ella llevaba unos tacones, estaba caminando descalza. La calzada estaba fría y una extensa niebla cubría toda la calle, y le daba un toque siniestro al lugar. Estaba asustada y sola. El callejón cada vez era más estrecho y no era capaz de ver el final. Podía oír pasos detrás de mí, pero el miedo me impedía girarme para comprobar si estaba caminando sola o quizá alguien me seguía. Aligeré el paso, intentaba salir de ese lugar rápidamente, los pasos cada vez estaban más cerca de mí. Tenía la respiración agitada y entrecortada, parecía que por fin veía el final del callejón. Corrí hacía él, y cuando llegué no había nada más allá, todo era un vacío oscuro. De pronto oía como alguien se acercaba a mí corriendo, yo estaba paralizaba. Alguien estaba detrás de mí, pero mi cuerpo estaba paralizado, estaba en shock y mi mente bloqueada impedía que me girase. Sus dedos comenzaron a deslizarse lentamente por mi brazo, era un tacto agradable, pero el temor seguía instaurado en mí. Notaba su respiración en mi oído, y cuatro palabras salieron de su boca: 'Tranquila, ya estoy aquí'.

De un salto me desperté, estaba alterada y respiraba muy rápido. Tenía el pijama empapado en sudor, al igual que la frente. Era su voz, estaba segurisima de que era él. Hacía tiempo que no me pasaba. Cuándo llegué a la residencia tenía pesadillas casi a diario dónde siempre aparecía él, y no fue hasta que conocí a Noah que dejé de tenerlas. Siempre voy a decir que ese chico me devolvió a la vida.

Miré el despertador, y para mi sorpresa eran las 9 de la mañana. Traté de tranquilizarme, aparté todas las mantas de encima mía y salí de la cama. Fuera se oían muchos estruendos, parecía que llovía. Abrí la ventana y el olor a lluvia y a césped mojado impregnaban toda mi habitación. Adoraba ese olor. Lo disfruté un par de segundos hasta que decidí coger el chandal de anoche del armario y me dirigí sigilosamente al baño. Al salir al pasillo no se oía nada, era bastante temprano así que, supuse que estarían todos dormidos. Eché el pestillo del baño y me desvestí, necesitaba urgentemente una ducha. El agua caía por mi cara y hacía que me calmase. Estuve casi 10 minutos debajo del grifo, el tiempo suficiente para espabilarme y olvidar la horrible pesadilla que había tenido. Me vestí y me sequé el pelo con la toalla, si usaba el secador y hacía ruido podrían venir a decapitarme. Casi eran las 10 y todavía no había nadie despierto, que raro. Será que la única acostumbrada a madrugar era yo. Crucé el pasillo hasta las escaleras y no pude evitar echar un vistazo a la habitación de Joe. Estás obsesionada, sonó una vocecilla de mi cabeza. Bajé las escaleras mientras me empezaba a agobiar pensando en que pronto me tendría que poner a terminar todos los trabajos pendientes que tenía. Si Noah no me hubiese entretenido tanto, quizá tendría la mitad de mis trabajos terminados. Maldito Noah. Abrí la nevera mientras repasaba mentalmente uno a uno qué trabajos me quedaban y para qué fecha eran, sólo para tranquilizarme. Me serví un buen zumo de naranja y me dirigí a la gran puerta corredera de cristal que separaba la cocina del jardín. Me dediqué a mirar la lluvia caer en los cristales mientras disfrutaba de ese delicioso zumo de naranja. De pequeña la cocina era nuestra habitación favorita de la casa, nos pasábamos horas y horas haciendo postres e inventando potingues y pociones asquerosas, que después obligabamos a que Nick se los tragase. En el peor de los casos el pobre siempre acaba vomitando y nosotros castigados.

Noté como una llave entraba en la cerradura de la puerta principal. Como había imaginado seguro que mamá y Denisse habían ido a comprar temprano. Yo seguía mirando la lluvia apoyada en un lado de la puerta mientras escuchaba como la puerta se abría lentamente y unos pies se arrastraban por la alfombra de la entrada.

-¿Es que nadie va a venir a recibirme?-

No es posible. Al oír esa voz me quedé paralizada, las manos me temblaron tanto que el vaso de zumo cayó de golpe al suelo, haciendo un pequeño corte en mi dedo. Mierda. Esto no podía estar pasando, seguro que todavía seguía en esa estúpida pesadilla. Unos pasos se acercaban rápidamente a la cocina. Muy bien, pensé, además he sido bastante sigilosa. La luz de la cocina se encendía de golpe y ambos nos quedamos mirándonos cómo si estuviésemos viendo a unos fantasmas. Notaba en su mirada cómo él estaba igual de sorprendido que yo. ¿Qué hacía él aquí? No, por favor. DÉJAME EN PAZ. Ninguno de los dos nos atrevimos a decir ni una sola palabra. Escuchaba de fondo como Denisse entraba maldiciendo a las nubes por hacer que estuviese lloviendo hoy, y después cerraba de un portazo. Se quedaba unos segundos en el pasillo observando cómo su hijo se había quedado paralizado en la puerta, y yo petrificada en la esquina.

Y de nuevo tú- Joe Jonas. {PAUSADA}Where stories live. Discover now