3. Cold As You

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—No vuelvo a beber tanto en mi vida.

Aquellas fueron las primeras palabras que escuchó Agoney esa mañana. Frunció el ceño incluso antes de abrir los ojos.

Si anoche no bebimos.

Se giró lentamente y se quedó tumbado mirando al otro chico con cara de confusión, los ojos todavía medio cerrados.

—¡Coño! —Raoul pegó un bote hacia atrás al verle la cara. —Tú no eres Alfred.

Agoney lo miró perplejo durante unos segundos más.

—No.

—Pues sí que tenía que ir borracho ayer para ni enterarme de con quién me iba a casa.

—¿Qué estás diciendo, Raoul? —preguntó el moreno, confundido.

—Oye, ¿y entonces hemos follado?

¿Es algún tipo de juego? ¿Es una estrategia para que no me vaya? Ayer pareció que estaba de acuerdo conmigo, pero a veces Raoul cambia de opinión muy rápido.

—No te entiendo.

—Joder, tío, la pregunta es fácil. —resopló el rubio. —¿Hemos follado o no?

—¿Cuándo? ¿Anoche?

—Sí.

—Sí... hicimos el amor. —contestó, inseguro. —¿Pasa algo?

—¿Hicimos el amor? —rio el otro. —¿Qué estamos, enamorados o algo?

—¿Sí? —dijo lentamente, intentando entender la situación a la vez.

A Raoul se le cortó la risa de golpe.

—A ver, tío. —empezó. —Que seguro que nos lo pasamos muy bien, y eres muy guapo y, me pones, es obvio. Pero ya está, o sea, ni siquiera hablamos tanto y no nos llevamos muy allá... No estamos enamorados, Agoney, fue cosa de una noche y ya.

Agoney juraría que pudo oír como se rompía su corazón en aquel momento. Pudo notar como se desprendían cachitos imaginarios y caían en la cama, dejando todas las sábanas cubiertas de un manto de pequeños cristales que le iban a cortar en el momento en el que decidiera moverse.

No entendía nada. ¿Por qué estaba diciendo eso ahora? ¿Había sido todo una mentira? ¿Había estado engañado durante dos años? Pero él juraría que estaban enamorados, que era mutuo. La noche anterior Raoul se había pasado horas llorando solo de pensar que lo suyo podía acabar. Y ahora, de repente...

—Raoul, no entiendo nada. —confesó, con lágrimas en los ojos. —Si esto es algún truco para que no me vaya... Pensé que estábamos de acuerdo.

—No entiendo nada de lo que estás diciendo. Demasiada intensidad para ser tan pronto.

Agoney no se lo podía creer. ¿Cómo podía ser tan frío con él de repente? Raoul nunca había sido así, nunca había actuado de forma parecida.

Le observó mientras se sentaba en la cama y estiraba todo el cuerpo, destensando sus músculos. Se levantó y empezó a observar el suelo con el ceño fruncido.

—¿Dónde está mi ropa? —preguntó. Agoney le seguía observando en silencio. —Bueno, es igual. Te cojo algo del armario, ¿vale?

No sabía cómo reaccionar. Mientras el otro chico se vestía, él sentía que se le venía el mundo encima. En su cabeza no paraban de aparecer, como si de una película se tratara, miles de recuerdos con Raoul. Y por más que lo intentaba, no lograba entender lo que estaba pasando en aquel momento.

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