Capitulo cinco

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Finalmente, viernes. Venía esperando este día desde que volvimos a clase. No solo porque por fin terminaba la semana, sino que también por la fiesta de hoy. Hacía bastante que no salía y ansiaba volver a disfrutar de la noche con mis amigas. No era la más sociable de nosotras, pero con el tiempo comencé a conocer a muchas personas. Por eso, aunque me perdiera en el medio de la noche, seguramente me cruzaría a alguien que conocía, o eso esperaba.

El día había caído, lo que significaba que cada vez faltaba menos para irnos. Fuera corría una leve brisa y el pronóstico había dicho que refrescaría con el pasar de las horas. Las paredes de mi cuarto retumban por la alta música que salía del parlante. La puerta estaba cerrada y la ventana detrás del escritorio se encontraba bien abierta para evitar morir sofocadas.

Del baño salía un calor inaguantable debido a que la plancha de pelo, la buclera y el secador estaban todos conectados y funcionando. Este era un desorden; parecía que una bomba de color y polvo había explotado dentro. Cientos de sombras para los ojos se esparcían sobre la mesada, abiertas y listas para ser usadas. Sobre mi cama kilos de ropa estaban desparramados. Nuestros rápidos y ágiles pasos resonaban en el piso y, seguramente, también en la planta baja.

—¿Piensan que van a ir al final? –preguntó Luna desde el baño mientras se aplicaba base. La esparcía por todo su rostro con un pincel que parecía haber usado ya varias veces.

—¿Quiénes? –le respondí mientras revolvía mi armario. Continuaba quitando ropa de este y me pesaba pensar que, tarde o temprano, tendría que ordenarla y volver a colocarla donde pertenecía.

Estábamos en mi casa y eran alrededor de las doce de la noche. Era tradición prepararnos acá. Mis padres se habían acostumbrado a la música y voces. No se molestaban, sabían que acabaría en unas horas cuando saliéramos para la fiesta. Agradecía que su cuarto estuviera en la planta de abajo. El ruido disminuía mucho entre los pisos y si su dormitorio se encontrara al lado del mío mi madre ya me estaría gritando que bajara la música.

—Los chicos. – Hizo una pausa–. Es decir, Félix y su grupo de amigos.

Me acerqué a Kate haciéndole señas para que subiera el cierre del top de encaje negro. Ella dejó su vaso y se giró hacia mí.

—Ya parece que son nuestros amigos –dije disgustada.

A veces me molestaba que siguieran hablando de ellos, más aún después de que no encontramos nada en la librería. Pensé que con los días esta locura habría cesado, pero no, de hecho, se intensifico aún más. Luna aseguraba que había algo raro con ellos, quería seguir investigando. No importaba cuántas veces le dijera que era inútil, ella siempre me contradecía.

—A mí Theo me parece tierno. –Cuando terminó de subir el cierre me volteé a observar a mi amiga. Hasta Luna había salido del baño–. ¿Qué? Es lindo. Aparte me ofreció tomar algo.

La miré a Lu confundida. Ella se me adelantó y contestó:

—Ojalá pudiéramos decir lo mismo de su estado mental.

—O sus amigos –acoté. Katie resopló y tomó un sorbo de su bebida. Había quedado embobada con ese tal Theo. Admitía que le parecía lindo, pero se negaba a aceptar que quería saber más de él. Conocía a mi amiga; quería mantenerse lejos de las relaciones. No le gustaba forzar nada y eso implicaba que no se le acercaría. Que todo fluya y nada influya, diría.

—Un poco de locura no hace mal –aseguró. Mojé mis labios en la bebida que rápidamente se deslizó por mi garganta. Encarné una ceja a punto de morir de un ataque de risa–. Vos no podés discutirme eso – me dijo con una mirada acusadora. Rodé los ojos y me encaminé hacia el baño para terminar de prepararme.

Moon Night Where stories live. Discover now