Capítulo Diez

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(Explicacion de las imágenes en la nota de autora al final del cap ❤️)

Me quedé paralizada un momento... ¿Había escuchado bien? Por supuesto que sí, unos segundos más tarde los alaridos de mi madre reaparecieron y más fuerte que nunca. Me quité rápidamente las sábanas de encima y, corriendo, bajé las escaleras directo al cuarto de mis padres... solo rogaba no encontrarme con nada malo. Las escaleras parecían infinitas y más resbaladizas de lo normal. Salté los últimos dos peldaños y corrí hacia la entrada de su habitación. Estrellé la puerta contra la pared. La abrí sin siquiera golpear y me quedé parada en el umbral. Observaba la escena perpleja: mi madre se tomaba fuertemente la panza y le gritaba a mi padre que se apurara. Mientras tanto este revolvía el armario nerviosamente. Parecía alterado y ninguno de los dos había notado mi presencia.

—Papá, ¿qué está pasando? –pregunté mientras me acercaba tambaleante a él.

—Elena, gracias a Dios... tu madre está por tener al bebé.

Mi cuerpo se paralizó por un momento mientras un pequeño suspiro de tranquilidad se escapaba de mis labios. Luego volví a caer brutalmente en la realidad para darme cuenta de que el nerviosismo es contagioso. El parto se había adelantado. No se suponía que iba a tenerlo hasta dentro de una semana. Me acerqué a mi madre que se retorcía entre las sábanas; estaba empapada, había roto bolsa. El sudor se deslizaba por su frente y apretaba fuertemente sus dientes para no soltar alaridos de dolor. Recorrí la cama y me coloqué al lado de mi padre.

—Papá, tenés que calmarte. ¿Qué estás buscando? –dije un poco alterada por la situación. No todos podíamos perder la cabeza, alguien tenía que permanecer calmado y dadas las circunstancias parecía que esa persona sería yo.

—Tu mamá había preparado un bolso para cuando llegue el momento de ir al hospital y no lo encuentro.

—¡MI CARTERA, TAMBIÉN AGARRÁ MI CARTERA! –gritaba mi madre mientras se sentaba en la cama pesadamente.

—Papá, bajá a mamá al auto... yo busco el bolso. –Mi madre, desde atrás, volvió a gritar que también llevemos su cartera–. Sí, mamá, vos andá con papá.

Mi padre tomó a mi madre de los brazos y la ayudó a sentarse en el borde de la cama. Esta respiraba pesadamente y ya parecía estar exhausta. La ayudó a ponerse de pie y salieron del cuarto cuanto antes.

Me giré hacia el armario y comencé a revolverlo en busca de lo que me habían pedido. Quité un par de zapatos y descolgué unas prendas. Ahí lo vi, en la esquina derecha un bolso gris alargado esperaba el dichoso momento. Lo tomé rápidamente y luego fui por el bolso de mamá. Corrí a la entrada y, después de cerrar con llave, me subí al auto que en marcha esperaba.

En cuanto las puertas del hospital se abrieron corrí hacia la mesa principal y pedí, urgentemente, una enfermera. Las blanquecinas paredes me transmitían tranquilidad. Estaba nerviosa por la situación, pero sentía, al mismo tiempo, una enorme felicidad. Sentaron a mi madre en una silla de ruedas y comenzaron a llevársela, yo caminaba detrás.

—Usted no puede ingresar –me comentó un hombre robusto mientras colocaba su mano en mi hombro. Observé cómo la cabellera rubia de mamá cruzaba la puerta y desaparecía de mi vista. Sacudí la mano del hombre lista para discutirle. Iba a decirle que era mi madre y aquel niño que iba a nacer era mi hermano, ingresaría quisiera o no, pero sentí la mano de papá en mi hombro; rogándome que solo por esta vez hiciera lo que me dijeron.

—Serás la primera en verlo –me aseguró.

—Señor, venga por aquí tiene que completar unos papeles mientras preparamos a su esposa para el parto.

Moon Night Where stories live. Discover now